PERONISMO DESDIBUJADO

Aunque a muchos les cuesta admitirlo, el P.J. es una versión local del fascismo Italiano ideada por Juan D. Perón. Nunca disimuló su admiración por Mussolini y, entre otras, quedó evidenciada en una prueba palpable: la organización del movimiento obrero argentino fue una copia, casi textual, de la “Carta Del Lavoro” del Duce. Veamos algunas otras semejanzas entre ambas doctrinas.

Doctrina Fascista:
Ordena la sumisión y obediencia ciega al Líder por parte de todas las instituciones y la desaparición de la División de Poderes. El Líder nunca se equivoca y debe tener todo el poder.
Establece la organización corporativa del Estado y el derecho de intervención para regular las libertades que el Estado considere abusivas en individuos o instituciones. Exaltación de las organizaciones obreras y de sus dirigentes, que deberán ser siempre oficialistas.
Culto a la persona del Líder, cuya imagen debe estar en todas partes para ser venerada. El Líder es infalible, patriota y ama al pueblo sobre todas las cosas. Debe ser defendido por todos.
Seducción de la población con prácticas demagógicas y clientelares. (Aquí fue la sidra, el pan dulce, Los juguetes, el aguinaldo, los sueldos estatales inmerecidos, la indisciplina laboral…)
Organización de las bases de apoyo al gobierno dentro de un concepto más movimientista que partidario, sugiriendo con esto que todo buen ciudadano, del partido que fuere, debería integrarse al gran movimiento Nacional y Popular. Los que no se integren serán considerados vende patrias y enemigos del pueblo; deberán ser vigilados.
La integración de todos en el movimiento único debe lograrse a través de formas pacíficas de adoctrinamiento escolar y propaganda. Si la vía pacífica no da resultados, se recurrirá a la fuerza para intimidarlos, para acallar la prensa, limitar la libertad de acción. También al espionaje, la delación y la policía política trabajos sucios.
Utilización de fuerzas paraestatales y de grupos de choque para mostrar poder.
Fuerzas Armadas muy numerosas, disciplinadas militar y políticamente y muy bien equipadas. Fuerte anticomunismo, rechazo al Liberalismo y opción por un Socialismo Nacional.
Estatismo generalizado aunque selectivo; algunas empresas privadas serán respetadas e incluso se fomentará su expansión. Hubo notables ejemplos de esto en Alemania e Italia, con las que producían material bélico.
Hostigamiento abierto a la prensa y a los Medios no adictos.
Enfrentamiento sistemático con el agro e intentos de Reforma de la propiedad de la tierra.
Las semejanzas entre ambas doctrinas saltan a la vista.

El Peronismo, con selectiva intensidad, incluyó muchos de estos dogmas políticos. Los dos gobiernos de Perón representaron muy bien esta doctrina. Por supuesto que, con el paso del tiempo, la adhesión a algunos de esos dogmas fue debilitándose e, incluso, modificándose completa y dramáticamente. Veamos:

En los años 60 parte del peronismo, nacido como movimiento de derecha, se comienza a correr cada vez más hacia la izquierda; los sindicalistas se dividieron entre quienes apoyaban y quienes condenaban este deslizamiento; aparecieron los estallidos populares violentos en cada vez más ciudades fogoneados por la Izquierda, y fueron apareciendo organizaciones armadas con integrantes entrenados en Cuba, Líbano y Argelia. Fueron verdaderos ejércitos ilegales con organización similar al Ejército Nacional. Querían imponer en Argentina la ideología Marxista que Fidel Castro acababa de imponer en Cuba. Era el proyecto que llamaban “la Patria Socialista”.
Naturalmente los que se negaban a esta transformación, agrupados en torno a la Triple A y otras denominaciones, se opusieron duramente a este propósito por lo que se inició un período de violencia extrema que no hizo más que crecer y crecer. Entre otros, allí anduvo en cosas muy turbias el joven Hugo Moyano. Fue una cruel guerra civil, que ni siquiera Perón, ya de regreso en Argentina, pudo detener.

Como las masacres de uno y otro bando se sucedieran sin pausa, las FF.AA. fueron llamadas, tanto por el propio Perón y como por su sucesora Isabel Perón, a “exterminar” la subversión. Este objetivo fue logrado a un precio terrible.
Cuando las FF.AA: abandonaron el poder luego del fracaso de Malvinas, se inicia el período democrático en el que estamos. De este período, fueron 24 los años en que gobernó el Peronismo, 8 los que gobernó el Radicalismo y 4 los que gobernó la alianza Cambiemos. El Peronismo gobernó tres veces más tiempo que el Radicalismo y seis veces más que Cambiemos. Es por lo tanto el que tiene mayor responsabilidad en la situación de postración en que hoy se encuentra Argentina.

En la actualidad el P.J. es una marca registrada que asegura a su dueño un mínimo de 30% de votos en el país, quórum propio en Senadores y la probable mayoría en Diputados. Garantiza la gobernabilidad solo, sin que la oposición pueda hacer naufragar sus proyectos. En los debates, sus parlamentarios suelen limitarse a decir superficialidades, descalificar a la oposición y a aprobar, sin estudios responsables, absolutamente todo lo que propone el Ejecutivo. Siguen practicando el culto al Líder y creyendo en su infalibilidad. Antes Néstor y ahora Cristina. De esta manera, los parlamentarios peronistas están renunciando a su autonomía intelectual y moral aceptan el voto rebaño.

Las razones del apoyo al Peronismo, en muchos casos es poco racional; para algunos, esa adhesión representa solo una nostalgia de tiempos de bonanza económica vivida por sus padres, que esperan que pueda volver a darse; otros lo hacen por tradición familiar, tal como en muchos casos se hace con la pertenencia al club de fútbol de sus padres. Estas dos razones le aportan más apoyos que los de quienes lo hacen por compromiso doctrinario. Simplemente porque su doctrina original se ha ido diluyendo y hoy no es lo que fue. Nadie sabe dar una definición de lo que hoy es el peronismo, en la que la mayoría de sus adherentes esté de acuerdo. La mejor definición es la peor, y la dio Carlos Menem: “El peronismo es un sentimiento”. Nada más vago. Nada más cierto. Solo eso.

Semejante masa de votos cautivos de la marca registrada Partido Justicialista o Peronismo, la convirtieron en una apetecible presa para doctrinas políticas más definidas ideológicamente, que en los 70 se mataron para hacerla suya y que parece que quieren volver a hacerlo. Esa es la razón por la que gran cantidad de políticos se dicen peronistas. Quieren llevarse parte de esos votos. Pero, a lo largo de la historia reciente ¿quién representó mejor el verdadero peronismo? ¿Firmenich?, ¿Massera?, ¿López Rega y la Triple A?, ¿Menem?, ¿Néstor y Cristina K.?, ¿A. Fernandez?, ¿Hugo Moyano?, ¿el Pata Medina y sus muchachos?, ¿Milagro Sala?… ¿Existe el verdadero peronismo o es lo que cada uno decide?

Las viejas tensiones entre derecha e izquierda siguen vigentes dentro de lo que se llama Peronismo. Una línea es definida como racional, dialoguista, flexible y que cree en la mayoría de las doctrinas económicas del Capitalismo. La otra es el Kirchnerismo, que sueña, aunque no lo dice en público, con instalar un régimen Comunista similar al de Cuba. Su dirigencia, siempre invocando al pueblo trabajador (al que dejaron sin trabajo), suele ser millonaria y vive en los barrios más exclusivos, lejos de los pobres y sus problemas. Para ellos la inseguridad “es una sensación”. Al igual que los Castro en Cuba, creen que el gobierno debe trasmitirse en forma hereditaria, de Néstor a Cristina y de Cristina a Máximo. No creen en la alternancia democrática sino en el poder total y perpetuo. Respecto al dinero sus dirigentes creen en la Ley del Embudo,” Para mí lo ancho, para ti lo agudo”, y también en “Los billetes para mí, los centavos para ti”.
La aparente unidad de estas dos tendencias dentro de este gobierno, voló por los aires con la estruendosa derrota del 12-IX-21. Ambas partes se acusan de ser las responsables de esta inesperada paliza. El títere acusa a la titiritera y esta, al títere. Entre ellos solo había un acuerdo real: criticar con saña y obsesivamente a Macri. No pudieron, sin embargo, hacer un plan de gobierno. Y por eso estamos de improvisación en improvisación.

ALBERTO
La infalibilidad de Cristina se hizo añicos cuando designó para presidente a Alberto Fernández, un hombre gris, acostumbrado a obedecer y que demostró no tener capacidad de mando ni aptitud para el cargo. ¿Cómo un hombre con tantas limitaciones y contradicciones llegó a ser profesor de la UBA?
Cometió infinidad de errores no forzados en el campo económico y en algunos casos creó conflictos sobre problemas inexistentes, como cuando puso en dudas el valor del mérito o la validez del derecho a la propiedad privada.

Nos queda la sospecha sobre si cuando negaba valor al mérito se estaba refiriendo a su caso personal pues, claramente sin méritos suficientes, llegó a Presidente de la República. Pero lo peor es que, siendo ya presidente, con el completo acuerdo de las máximas autoridades del partido peronista, con una injustificable excusa, liberó a millares de criminales de todo tipo, desde violadores y asesinos hasta sofisticados delincuentes económicos infiltrados pacíficamente en la política. Estas liberaciones son una forma descarada de negar la diferencia entre el Bien y el Mal, entre el ciudadano Honesto y el Delincuente. ¡ El que cumple con las leyes no es igual al que no las cumple¡ ¡ Esto es abolicionismo, es Cambalache!

Un equipo de gobierno compuesto por alumnos egresados de un buen Colegio Secundario, no habría cometido tantos errores como los que cometió este gobierno, porque ellos conservarían, sin dañar, el Sentido Común.
Si se necesitan fuentes de trabajo, ¿por qué Alberto hostiga impositivamente al que dispone de capital, que es el único en condiciones de invertir y por lo tanto de dar empleo? El que no tiene capital no puede dar empleo. Si se necesitan dólares, ¿por qué se gravan tanto las importaciones como las exportaciones? ¿Tiene sentido el permanente hostigamiento al campo, que es la única vía de ingresos que funciona muy bien y que si se le quitara el pié de encima de su cabeza, sería muchísimo más pujante aun?
A todo exportador habría que premiarlo impositivamente, porque su actividad hace ingresar dólares. El daño que causa la prohibición de exportación de carne a la confiabilidad exportadora la Argentina, es simplemente inconmensurable. ¿No saben que es muy difícil conseguir buenos clientes? Es una medida increíblemente estúpida. Alberto y Cristina ¿no miden las consecuencias de sus actos de gobierno o los deciden con la perinola?

Las leyes laborales han inclinado tanto la balanza a favor del empleado y del Estado, que hacen muy difícil que aparezcan inversores, y si aparecen, lo hacen mínimamente y en negro. Están agobiados e intimidados por los juicios laborales. La mayoría de los empresarios tienen tantas angustias económicas como los empleados, y expoliarlos, además de injusto, es contraproducente.
Si el Estado quiere que haya trabajo, debe terminar con la matonería sindical, dejar que sea el empresario el que administre libremente su empresa y que pueda tener una rentabilidad razonable. Si se excede en los precios, serán la libre competencia y la oferta y la demanda las que lo frenarán; y no el Estado a través del tope en los precios.

¿Dónde va el dinero que el Estado le quita a los que producen? Lo que se ve, es que tanto los políticos como los sindicalistas nadan en la abundancia y están tan conformes con este estado de las cosas, que rechazan de plano cualquier intento de cambio. Son los nuevos Conservadores. Son los verdaderos explotadores del pueblo.
La gente no pretende mucho, solo quiere comer y trabajar. Los políticos actuales, comenzando por Alberto, no saben leer la realidad ni les interesa.

Se creen de una casta superior a la del común de los mortales. Sin embargo, ignoraron que la cuarentena eterna estaba provocando que millones de niños no salieran del analfabetismo y que los alumnos mayores quedaran en inferioridad de condiciones para acceder a la Universidad. Presumieron que ellos eran la vida y que quienes no estaban de acuerdo con sus disposiciones eran partidarios de la muerte.
Mientras todos estábamos encerrados y veíamos morir a nuestros familiares por falta de vacunas, en Olivos el perro presidencial recibía clases presenciales, había visitas de amigos, concurridas fiestas y los funcionarios se repartían entre ellos las vacunas que escondían al pueblo, su verdadero dueño. Alberto se creía por encima de las disposiciones que él dictaba para la gilada.

Estos y otros errores explican el resultado electoral, que ahora quieren revertir dándonos hoy unos pesos que la inflación nos quitará mañana. Hay sobradas razones para pensar que esta operación de compra-venta de votos fracasará. Es un método intolerable en un país serio, y queremos llegar a serlo.

CRISTINA
Las recriminaciones entre Alberto F. y Cristina F. son una suerte de retorno a la década de los 70, donde Argentina fue rehén de las disputas internas del Partido Justicialista entre partidarios de la Patria Peronista y la Patria Socialista. Ese enfrentamiento fue sangriento, abarcó todo el territorio de la República y frustró por décadas cualquier expectativa de progreso de Argentina. Fue una espantosa señal de inestabilidad política.
Se sabe de la admiración de Cristina por Chávez y por Cuba. Muchos de quienes la rodean han pertenecido a las organizaciones armadas que, sin escrúpulo alguno, ensangrentaron el país. A pesar de haber muchas y muy buenas, se le ordenó a C. Vizzotti que intente comprar las vacunas cubanas, Soberana y Abdala. Las primeras que se compraron fueron las chinas y la rusa. Solo tiempo después se las buscó en los países occidentales.
El malvado sectarismo de Cristina decidió que no se compre la Pfizer a pesar de que su efectividad se había probado también en Argentina, de que podía ser de uso pediátrico y de que el laboratorio había prometido un paquete de 12.000.000 de unidades que podrían haber salvado miles de vidas, entre ellas la de mi hermano… La historia recordará a Alberto y Cristina como una calamidad, como los mayores artífices de la decadencia argentina, los responsables de la emigración de centenares de miles de jóvenes por falta de futuro en su patria y los responsables del sufrimiento y angustia de quienes sobrevivimos aquí, y somos rehenes de las querellas entre estos dos irresponsables.

EL PERONISMO
En el Derecho Castellano e Indiano existían sabias instituciones como la de los Veedores y especialmente la del Juicio de Residencia. Una vez que un funcionario Real había terminado su período, debía someterse durante 6 meses a una revisión severa de sus medidas de gobierno objetables. El Juicio era sumario y público. Se enviaban pregoneros para que aquellos que tuvieran acusaciones que hacer, presentaran pruebas y testigos. La sentencia, siempre justa pero rigurosa, dependía de la gravedad de la imputación.

Si el Juicio de Residencia hubiera existido en esta Argentina, podrían haberse dado con ex funcionarios, situaciones como esta: en 1995 el Presidente Menem visitaba Santa Cruz y junto al Gobernador Néstor Kirchner, Cristina, Parrilli y otros, festejaron alborozados la privatización de YPF y el reintegro cash de U$S 535.000.000,- en concepto de regalías petroleras mal liquidadas. Agradeciendo el hecho, Néstor tomó el micrófono y halagó a Menem diciéndole que era el mejor presidente de la historia Argentina y que cuidaría escrupulosamente hasta de los centavos. Acto seguido ese dinero fue enviado, según versiones, a Nueva York, Suiza, Cuba o a algún paraíso fiscal. El propio Néstor admitió que lo envió “al exterior” sin dar más aclaraciones. Sobre el destino final de esos millones de dólares solo existen vaguedades y contradicciones, pero muchas sospechas. La Justicia debe disiparlas. Es dinero nuestro, no de los Kirchner. Cristina ¿no sabe nada sobre esto?…
A diferencia de lo que habría sucedido en el Juicio de Residencia Indiano, la miserable Justicia Argentina no hizo ninguna pregunta a fondo sobre el tema.

Esos Jueces Indianos habrían investigado además sobre los bolsos con dólares, los Hoteles del Sur, los Cuadernos, los millones de dólares de Florencia K. y los bolsos con millones de dólares de José López etc. etc. Ningún político peronista de nota, avergonzado por estos hechos, salió a exigir su esclarecimiento a la Justicia, para dejar a salvo el prestigio del partido. De esta manera, la muy fundada sospecha de corrupción dejó de ser solo sobre un individuo para pasar a serlo del peronismo todo, por complicidad y encubrimiento.

El Peronismo a lo largo de su historia hizo negocio electoral combinando regulaciones desfavorables y hostigamiento impositivo a los empresarios para generar desocupados, con decadencia de la educación popular para tener una población intelectualmente influenciable. El resultado fue el deseado: un creciente aumento de la población con insuficiente instrucción, sin trabajo y dependiente de la asistencia del Estado. Así se hizo realidad lo que dice el refrán: “No muerdas la mano de quien da el pan”.

De esta condenable manera se condicionó el voto del necesitado y se lo obligó a votar por el Peronismo, que usó el poder para seguir en el poder y disfrutar intensamente del poder. No le interesó el país y por eso es de temer que sus líderes incendien nuevamente toda la nación para hacer prevalecer, al precio que fuere, la línea interna a la que pertenecen dentro del partido. Ya lo hicieron en los años 70. No tienen derecho a poner en ridículo el país ante los Argentinos y ante los extranjeros. Deben definir qué son y qué quieren. El Peronismo debe recordar que la aceptación de la derrota electoral es una condición de la democracia. Hay que respetar la Constitución.

Hoy pareciera que en el horizonte existen indicios de que esta forma cruel de sometimiento del necesitado para forzarlo a votar por el P.J. está llegando a su ocaso. El futuro del Peronismo puede verse en dificultades si no cambia. La gente no quiere planes; quiere la dignidad que da el trabajo, y los dirigentes peronistas no tienen ni idea de cómo hacerlo, porque deberían renunciar a muchos de sus postulados doctrinarios; lo único que saben es incorporarlos a un Estado hipertrofiado e ineficiente.

Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com

Fotos: Web Clarin – Infobae

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