BREITENSTEIN en guerra con LARRABURU: ¿quien ganará?

Equipo Atico –

Ya son demasiados los indicios que revelan que la sociedad política que monopolizó el poder en la ciudad tras la destitución de Rodolfo Lopes atraviesa una crisis irreversible.

Aunque muchos los creyeron socios, la realidad indica que Larraburu y Breitenstein no eran más que jefe y empleado.

Cuánto mucho un empleado bastante jerarquizado y con ínfulas de vuelo propio, casi un gerente, pero de última, siempre subordinado al patrón.

Un patrón que algunas veces lo dejó hacer por su cuenta, pero casi nunca perdió el control total sobre sus movimientos.

Como suele pasar en tantísimas otras relaciones comerciales, el empleado un día se tentó con jugar “su propio partido”, según su criterio, o “pasarse de vivo”, según el del patrón.

A fin de cuentas, la mayoría de la gente cree que el negocio es mío y me compra a mi. Al dueño no lo ven nunca y si estuviera en el mostrador, tal vez muchos no entrarían ni a preguntar precios”, habrá pensado el empleado. Y empezó a cortarse solo.

Primero concretó algunos negocios de los que no participó al patrón convenientemente y finalmente se mandó a mudar, atraído por las luces del centro…

En un principio quisieron hacer ver que todo se trataba de “algo beneficioso” para el barrio, que con el empleado instalado cerca de dónde se toman las decisiones más importantes, se podrían conseguir beneficios que se derramarían sobre los clientes de toda la vida, pero el verso no se sostuvo por demasiado tiempo.

En especial, porque el patrón notó que el empleado que al irse había dicho que vendría todas las semanas para ayudar a mantener las cosas tal y como funcionaban cuando él estaba a cargo del local, de buenas a primeras, empezó a espaciar sus visitas hasta que, directamente, no apareció más…

En su descargo, el gerente sintió que ya no era bien recibido cada vez que volvía, aunque sea para saludar.

Más aún, sus compañeros más cercanos empezaron a sentir que el patrón, los fue dejando de lado en las decisiones importantes, como si desconfiara de ellos.

Hasta que finalmente, uno a uno, los fue corriendo de los lugares clave de la firma, les ofreció un retiro voluntario y como no lo aceptaron, directamente, los echó o los corrió y hasta les cambió la cerradura del local.

Hay quienes dicen que lo que el dueño percibió, es que el gerente, en realidad, empezó a pergeñar un plan para volver algún día al barrio y, aprovechando los buenos contactos aceitados durante su labor como empleado, abrir una competencia en la otra cuadra para destruir el negocio de su antiguo patrón e intentar quedarse con todo…

Y eso el dueño no se lo perdonó.

Se inició entre ambos una guerra que primero se mantuvo sorda, pero luego, ante la magnitud de los bombazos cruzados a uno y otro lado del frente de batalla, se fue haciendo tan imposible de disimular como de incierto final.

Cualquier semejanza entre este cuento, no demasiado original ya que la realidad de la historia comercial está plagada de versiones más o menos similares, y la realidad política local, no es mera coincidencia.

Más bien todo lo contrario.

 

Con nombres y apellidos

La reciente “renuncia” de Ramiro Villalba a la Jefatura de Gabinete y sus dichos respecto a que “no entiende porque aquello que hasta no hace mucho se decía que era un mismo equipo, ya no lo es” no deja lugar a las suspicacias.

En especial porque desde sectores muy cercanos a la intendencia se encargaron de hacer notar que la ida de quien fuera secretario de Economía en tiempos del COPROTUR fue, lisa y llanamente, una expulsión.

Tardó mucho en presentar una dimisión que se caía de maduro, entonces, como parecía no entender las indirectas, hubo que aplicarle un correctivo, como para que se diera cuenta”, indicó, excitado, un funcionario muy cercano a Bevilacqua y Larraburu en referencia a las declaraciones del intendente interino (algunos dicen que formuladas tras expreso encargo a periodistas “amigos de la casa” de realizar la pregunta precisa al respecto) respecto a que “nadie era imprescindible en la nueva estructura municipal, ni siquiera el Jefe de Gabinete”.

Como suele pasar en estos casos, ya con la sangre en el río, recién se conocieron otros muchos detalles que justifican el desenlace.

Al parecer, Bevilacqua hubiese preferido que Villalba se fuera por las suyas mucho antes.

Primero le recortó los márgenes de acción, lo sacó del área de Economía y le creo una pomposa “jefatura de Gabinete” que, en la práctica, nunca sirvió para nada.

Y cuando el propio interesado intentó hacerla útil para algo, chocó contra paredones, portones y zanjas que le cerraron cualquier margen de acción.

De hecho, los encontronazos entre Bevilacqua y Villalba, como hombre de máxima confianza de Breitenstein, empezaron a pocas horas de la asunción del medanense como intendente interino.

Fue antes de la última Navidad cuando el nuevo jefe comunal le comunicó su decisión de achicar a su más pequeña expresión la afluencia de gastos prevista para recibir el paso del rally Dakar por la ciudad.

La llegada de la famosa competencia automovilística se había pergeñado como una de los máximos logros del COPROTUR y de la gestión Breitenstein, pero, en realidad, con el principal interesado ya instalado en un despacho en La Plata, terminó pasando sin demasiada alharaca.

Uno de los que sí entendió la indirecta fue Silvio Rauschemberger, quien se dio cuenta que los aires habían cambiado en relación a los que soplaban cuando Breitenstein propició su llegada “para revitalizar el concepto turístico en la ciudad” y se mandó a mudar con sigilo y sin hacer olas.

Algunos esperan que el puntaltense—de olvidable paso por el municipio montehermoseño—comparezca ante el Concejo local para brindar algunas aclaraciones, pero ante la primera convocatoria ni se presentó…

Otro indicio muy elocuente aconteció a poco de la llegada de Miguel Diez—también hombre de Villarino—a la secretaría de Economía.

Uno de los primeros pedidos que recibió de parte de su incondicional amigo Bevilacqua, fue la remisión de toda la documentación obrante en su área en relación a un asunto que ya comenzaba a hacer ruido en ciertos microclimas: el COPROTUR.

Diez le respondió que en ni en los cajones ni en los archivos de Economía no parecía haber nada guardado en relación a dicho organismo.

Entonces sobrevino el segundo y muy fuerte encontronazo entre el intendente interino y el máximo edecán del intendente licenciado.

Bevilacqua llamó a Villalba y le preguntó dónde estaban esos papeles.

Los tengo yo”, respondió el entonces Jefe de Gabinete.

Hay que devolverlos a Economía para tenerlos preparados por si a alguien se le ocurre pedirlos”, le ordenó.

Aseguran testigos muy cercanos, que Villalba se enojó mucho.

No estarás pensando en darle eso a la oposición”, recriminó en tono elevado.

No necesito que vos me digas lo que tengo que hacer con eso ni con ninguna otra cosa”, contestó el intendente interino y dio por terminada la discusión.

Es de suponer que Villalba habrá anoticiado a su jefe Breitenstein de la que parecía venirse.

Corrobora esta hipótesis otra visita en tono poco amigable que recibió el intendente en su despacho.

Sergio Paladino—también de orígenes villarinenses—poco menos que exigió que desde la intendencia se dejara de suministrar información a los concejales de la oposición por el tema COPROTUR.

Y recibió como respuesta una nueva negativa, pero no la última que el jefe comunal tuvo que formular a algún emisario de Breitenstein en la intentona de frenar la avalancha.

El diputado provincial Iván Budassi se acercó a la intendencia con el propósito de disuadir a Bevilacqua de cortar con la entrega de información referida al COPROTUR.

El legislador, desde su condición de especialista en derecho administrativo, le aseguró al intendente que no había nada irregular en el asunto y que “lo mejor para todos” sería parar la pelota.

Si no hay nada que esconder, entonces todo se puede mostrar para que a nadie pueda quedarle ni la menor duda”, recibió como respuesta.

 

El plan “B” de Cristian…

Rendido ante la evidencia de que nada conseguiría por ese lado, Breitenstein empezó a tejer otra estrategia de defensa.

Primero, REX mediante, apretó clavijas con ciertos medios a los que favoreció con importantes aportes de pauta publicitaria durante su intendencia para que “freezaran” lo más posible el tratamiento de la cuestión.

Luego, por medio de Santiago Mandolesi Burgos, instruyó a sus concejales para que se “neutralizara” sin dar demasiadas explicaciones el menor intento de avanzar con cualquier atisbo de comisión conformada a los efectos de esclarecer el asunto.

Que les quede bien claro. El único que manda es Cristian y todos estamos acá gracias a él. Por eso tenemos que defenderlo”, fue, palabras más, palabras menos, la orden que bajó.

Cuando INTEGRACIÓN CIUDADANA propició la creación de una comisión “ad hoc” que organizara la información recibida como antesala a futuros pasos, al oficialismo, las cosas se le facilitaron por la ingenuidad de Manuel Mendoza de no apoyar esa iniciativa.

La presentación ante la justicia de la profusa documentación que acreditaría la posible existencia de irregularidades, realizada al día siguiente no alcanzó para cambiar el statu quo.

Pero, una semana después, cuando se votó conformar una comisión investigadora, a los abnegados miembros del atribulado bloque del Frente para la Victoria, no les quedó otra que hacer de tripas corazón y hacer valer la única razón que les quedaba en la defensa de lo indefendible: la ventaja numérica para evitar los dos tercios necesarios para avanzar con esa resolución.

Lo que no está claro es si en la intendencia todavía se guarda alguna documentación que pueda frenar o confirmar el rumbo de los acontecimientos.

Exista eso o no, ya con lo que hay, lo del COPROTUR, según todo parece indicar, ya es una avalancha indetenible.

Y quien se ponga adelante en procura de frenar su marcha, corre serios riesgos de ser arrastrado para siempre por su fuerza…

Algún mensaje en tal sentido puede haberles llegado a los atribulados concejales oficialistas quienes una semana después de su negativa a la investigadora, sí accedieron entre gustosos (¿o resignados?) a votar nuevamente la iniciativa de conformar una “comisión ad hoc” que en 30 días deberá elaborar una informe en base a los datos recabados a partir de los cuales se deberá tomar una decisión definitiva: ¿Investigadora sí o investigadora no?

Si como todo parece indicar, esas conclusiones aportan evidencias irrefutables de que, además de despilfarro hubo otras irregularidades, tal vez ya 10 votos puedan resultar insuficientes para tapar al sol con las manos.

Sobre todo si prima la tesitura de que una cosa es ser leal a una conducción y otra muy distinta, ser cómplice de un dolo o partícipe necesario de su encubrimiento…

¿Alcanzará la mera aplicación de la disciplina partidaria para convencer a seres humanos, que luego tendrán que caminar por la calle y dar explicaciones a la ciudad a la que representan, de que aseguren con su voto que eso que tiene cola, cuatro patas y muge, es en realidad un gato extraterrestre con dones de imitador y no una vaca hecha y derecha como el sentido común parece indicar?

Algunos aseguran que la llegada de Villalba al concejo servirá para galvanizar al bloque oficialista en la defensa de lo actuado por Breitenstein y a partir de allí, iniciar una reconquista del municipio que hasta podría incluir, en caso de ser necesario, un regreso a fin de año, al vencimiento de su licencia, del actual Ministro de Producción bonaerense, esta vez, ya sin ligazones de ningún tipo con su mentor Larraburu, es decir como jefe supremo del justicialismo bahiense.

Otros, todavía, en esta guerra entre el antiguo jefe y un empleado rebelde con ansias de emancipación, le ponen unas fichas a la veteranía.

En el medio de esa puja, nada más y nada menos, hay toda una ciudad que observa indignada como se despilfarraron 14 millones de pesos de sus arcas públicas y aspira a recibir alguna explicación razonable para digerir semejante despropósito.

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