UNA RESOLUCIÓN “SIN VERGÜENZA”

Editorial 124 – EL FISCAL RUBÉN ÁLVAREZ ARCHIVO DE LA DENUNCIA POR EL COPROTUR:

Escribe equipo de ÁTICO

CR_11219_tener_amigosQue el doctor Hugo Cavallaro, ex juez y camarista y fuera de toda duda, uno de los nombres propios más inobjetables de la historia de la justicia local saliera a criticar con todas las letras la decisión del fiscal Rubén Álvarez de archivar la denuncia penal por el Coprotur no hace más que solidificar el sentimiento de vergüenza ajena que embargó a la inmensa mayoría de los bahienses al enterarse de la noticia.

La perplejidad inicial dejó paso a una indignación suprema y, esperemos, a una resignación activa que, ojalá se transforme en memoria a la hora de tomar, entre otras posturas, decisiones electorales el año próximo. Seamos sinceros: estando las cartas de la justicia, del poder económico y la política repartidas como están en esta ciudad, era una posibilidad cierta que algo así sucediera y terminara dándole la razón a los que sostienen que “estas cosas nunca llegan a nada”, que hay “una ley para los poderosos y otra para los perejiles”.

Pero nadie, ni el más pesimista, podía imaginar tamaña alevosía por parte de un funcionario fiscal que tardó casi dos años en tomar una de las decisiones más vergonzosas de las que se tenga memoria en tribunales bahienses.

Será por eso que las medidas, precisas y certeras pero no por eso menos clarísimas y contundentes palabras del doctor Cavallaro, únicamente replicadas como corresponde en un programa “independiente” como el de Luis Alberto Cano, constituyeron tanto un soplo de esperanza para quienes se sintieron insultados en su inteligencia por la endeblez de los argumentos del fiscal, como un mensaje de resistencia en el sector judicial que todavía se niega a ser funcional del camaleónico poder político que cumple un largo turno tomando a una ciudad como rehén para favorecer un empalagoso listado de negocios.

Y fue, precisamente, desde las entrañas de los tribunales desde donde surgió el estremecedor dato que podría llegar a explicar—nunca a justificar—lo inexplicable: la mujer del fiscal Álvarez, actual colaboradora del también fiscal Emilio Marra, está ternada para ser jueza del Juzgado de Ejecución Penal N° 2, próximo a ser creado.

En los pasillos de distintas dependencias judiciales donde abundan los recelos y las suspicacias, no fueron pocos los que razonaron que, escudado en su virtual anonimato y en una indiferencia generalizada, casi rayana con un justificable desprecio por las cosas públicas, el hombre recibió una oferta “de esas que no se pueden rechazar” y que, dicho sea de paso, podría asegurar el futuro económico de su hogar.

Quien resulte designado en una terna para ocupar una magistratura siempre requerirá del dedo de un poderoso.

En todo el país, se podría armar una larga lista de funcionarios de distintos rangos, tanto en la justicia provincial como en la federal, que deben su designación a la “recomendación” de intendentes, legisladores o ministros.

Y Bahía Blanca, en especial en las últimas dos décadas, muy lejos está de ser una excepción al respecto.

El conflicto entre el juez José Luis Ares y el fiscal general Juan Pablo Fernández, del que en este periódico se ha informado en detalle, es la punta de un ovillo que si se tira, dejará en palmaria evidencia, esta espantosa realidad.

En efecto, si en un futuro próximo, cuando efectivamente se ponga en marcha el JEP N° 2, por el criterio “independiente” de los integrantes del Consejo de la Magistratura, quien llega a estar al frente es una mujer cuyas iniciales son N.E.H, costará no darle la razón a aquellos que “pensaron mal” cuando se conoció una resolución que, según las autorizadas palabras de Cavallaro (un hombre de quien a diferencia de muchos que hoy son fiscales o jueces, nadie puede decir nada tras varias décadas de impecable carrera judicial), y de unos cuantos entendidos más,“no podría haber estado mejor escrita por un abogado defensor” de los sospechosos de haber cometido el desmanejo financiero más grande de la historia bahiense.

Lo tristemente patético es que, quien las perpetró, para así dejar su nombre inscripto para siempre en una nómina de responsables de ignominias que en los últimos tiempos se engrosó demasiado en una ciudad otrora orgullosa de su justicia, es quien, paradójicamente debía investigar, preguntar, indagar, analizar, citar a declarar, cotejar datos, pedir aclaraciones y explicaciones y absolutamente nada de eso terminó haciendo.

Sencillamente incomprensible, injustificable, imperdonable…

Por usar un término que de tan usado en los últimos tiempos para definir situaciones relacionadas con el accionar municipal, se ha tornado un lugar común adherido tanto a yerros como a apellidos: impresentable.

Cómo también fue impresentable la “devoción” con que los mismos medios que durante muchos meses miraron para otro lado a la hora de informar con precisión sobre la naturaleza y los detalles del escándalo y lo disimularon todo lo que pudieron, acaso por haber recibido durante años cuantiosas sumas de dinero en forma de pauta publicitaria, proveniente de los acusados, se apuraron a titular con letras “de molde”—como le gusta decir a la Presidenta a la que bastante tiempo defendieron y ahora se disponen a traicionar, para quedar acomodados para dónde sopla el viento—sobre la decisión de archivar la causa.

Explicar lo inexplicable

“Señor, investigue a fulanito, zutanito y perenganito, porque parece que metieron la mano en la lata. Aquí están las pruebas”, más o menos eso fue lo que quienes se presentaron ante la fiscalía del tal Álvarez hicieron con su denuncia.

El tal Álvarez se tomó su tiempo para no influir en cuestiones electorales y, como se dice en la jerga “los fue llevando”.

Más aún, hasta les dejó entrever el par de veces que los recibió para informar cómo marchaba la cosa, que habiendo tanta prueba documental, no tomaría ninguna resolución sin llamar a los implicados aunque sea, como testigos, para preguntarles si tenían algo para decir o aclarar.

Sin embargo, sin nunca citar a alguno de los señalados siquiera, el tal Álvarez, volvió sobre sus dichos, y resolvió que fulanito, zutanito y perenganito no metieron la mano en la lata, aunque, eso sí cometieron “irregularidades y desprolijidades”….

“Irregularidades y desprolijidades” con el manejo de 15 millones de pesos de dinero público, parte del cual, dicho sea de paso, todavía es adeudado a empresarios locales que cuando les dijeron que les iba a llover esta ganga “de arriba”, no hicieron preguntas sobre de dónde venía y ahora lloran indignados por los rincones, para ver si les cumplen.

Y esas “irregularidades y desprolijidades” para el tal Álvarez, no llegan a constituir un delito penal. Ni siquiera le alcanza para aunque sea presumirlo.

La verdad es que si realmente les quería dar una mano, podría haber sido menos obvio, porque esto, así como quedó, no le sirve a nadie.

Menos que menos a los “supuestamente” salvados, porque la mancha no se las saca nadie…

El dato es que todavía no habló Breitenstein—por lejos, según las encuestas, el político de peor imagen de la ciudad, aún por debajo de los también peronistas Larraburu y Lopes, que a esta altura, con el garrón que se tuvo que comer por la milimésima parte de lo que vino después, es un bebé de pecho—y eso a algunos les suena extraño.

¿Se referirá del tema? Cada vez que lo hace sobre el asunto que sea, recibe un coro de puteadas que, la verdad, hay que ser de amianto para sobrellevar.

Sí lo hicieron algunos de sus acólitos, con tonito de “Y ahora ¿qué van a decir?” y cómo dando a entender o incluso expresando que “esperan disculpas públicas de aquellos que los difamaron”.

Aún si esto queda como está—y para ello es indispensable leer el formidable análisis que a la luz de la razón escribió para ÁTICO la periodista Sandra Crucianelli, rebatiendo desde el más elemental sentido común, punto por punto, la vergonzosa resolución del tal Álvarez—quizás, lo más parecido a una reivindicación que algunos podrían esperar, es volver a encontrar un lugar escondidos en algunas listas sábanas para seguir dando vueltas en esa calesita de la que nadie se quiere bajar que es la actividad política.

¿O es que alguien puede imaginar una campaña electoral en la que alguno de estos sujetos se presente mediante un eslogan que diga: “Fulanito: vótelo… porque no comete delitos penales. Apenas IRREGULARIDADES Y DESPROLIJIDADES por 15 millones de pesos con guita de todos… y todas”?

 Una bolsa de gatos… ¿y gatas?

En los medios más centrales, donde hipócritamente suelen guardarse ciertas formas, apenas se insinuó.

Pero en otros más bien satélites, en los que se cabe soltar un poquito más la lengua, quedó expresado con todas las letras…

A la hora de repartir supuestas culpas por el garrón que, según él, le hicieron comer, y todavía lejos de alguna forma de autocrítica, el concejal Ramiro Villalba, dijo que la mecha de la bomba se había encendido desde adentro del municipio y hasta se animó a señalar que él no estaba muy de acuerdo con despilfarrar millones a mansalva, pero cómo el entonces (y actual) secretario de Gobierno, Fabián Lliteras, le insistía, tuvo que poner el gancho una y otra vez.

El tal Álvarez nos privó a los bahienses de conocer más detalles sobre esta y otra cadena de irresponsabilidades, porque decidió no preguntar nada a nadie. Un papelón total. Por donde se lo mire.

Otro de los implicados que no habló hasta ahora es justamente Lliteras, quien en realidad, ha hecho de aquello de que “quien calla, otorga” una curiosa forma de comunicación, algo si se quiere entendible viniendo de aquel cuyo nombre aparece vinculado en cuanta matufia emana de Alsina 65.

Cuando en marzo/abril de2012 “estalló” lo del Coprotur, se venían ventilando las “jugosas contrataciones” directas del municipio al comercio gastronómico propiedad de su hermano, pero la pestilencia del asunto quedó disimulada, primero por el papelón de “Carne para todos” que le costó al edecán de Larraburu, Rafael Morini, su eyección del Ejecutivo y su “retiro” dorado en el Concejo Deliberante.

Precisamente en los pasillos del HCD algunos memoriosos recuerdan que el inefable “Rafa” fue el primero que, acaso para comparar que lo de él no había sido tan grave, ventiló los primeros detalles del Coprotur, por lejos, el tema más escandaloso de la historia política bahiense.

Y cómo está absolutamente corroborado que Morini no habla, no hace ni escribe nada si no es por cuenta y orden de su jefe Dámaso Larraburu, hay motivos para suponer que Villalba tiene poderosas razones para “facturar” a sus antiguos compañeros de navío por haber dado el puntapié inicial a la bola de nieve.

El punto es que ese detalle, por si hacía falta, no hace más que confirmar que el oficialismo bahiense es literalmente una bolsa de gatos, inabordable e insoluble por donde se la mire, a no ser que quienes pugnan por rasguñar y morder a quienes comparten su cautiverio o mueran desangrados o tengan la rebelde inspiración de rasgar la arpillera, dejar entrar un poco de aire y luz en tan densa e irrespirable oscuridad y, por decoro, mandarse a mudar bien lejos para lamer sus heridas, avergonzarse y lamentarse.

Lo único que mantiene cerrado al saco es el inconfesable acuerdo entre Dámaso Larraburu y Cristian Breitenstein…

¿Fue este “archivo de causa” un ítem más del pacto que se evidenció con la ajustadísima designación de Santiago Mandolesi Burgos como presidente del concejo y prosiguió con la conveniente renuncia a la intendencia “justo a tiempo” del actual Ministro de la Producción provincial, como para que Bevilacqua se quede en la intendencia sin necesidad de llamar a elecciones, como por dignidad, hubiera correspondido?

Hay quienes dicen que cada vez queda menos lugar para que ese “arreglo” (si es que verdad se trata de un “entongue” entre dos más o menos pares o equivalentes y no de una mera orden entre quienes nunca dejaron de ser el jefe y subalterno) toda vez que el futuro político de ambos suscriptores parece estar atado respectivamente a dos de los principales aspirantes a suceder a Cristina Kirchner en la Casa Rosada.

El futuro político de Breitenstein está ligado al de Daniel Scioli… Electoralmente no resiste una campaña por el desprestigio que supo conseguir.

El de Larraburu al de Sergio Massa…

En la última campaña decidió esconderse y no salir a la luz para no restarle votos a un tipo que en todos lados subía y subía y en esta región, la sola mención de su nombre lo tiró bastante para abajo.

La pregunta es si entre villa “La Ñata” y Tigre comienza a cruzarse munición cada vez más gruesa ¿Cómo se las van arreglar acá abajo?

¿Qué dirá el actual gobernador de Buenos Aires de un grupo de concejales que adhieren a su figura como candidato a presidente, pero, eso sí, le hacen todos los deberes a un intendente que ya está “de hecho” pasado al massismo, toda vez que su jefe, Dámaso Larraburu, allí revista actualmente y con todas sus fuerzas, al menos hasta que el viento empiece a soplar para otro lado?

Y por si alguien todavía duda que Gustavo Bevilacqua, es un títere total y absoluto del actual presidente de la Liga del Sur, sirve mencionar el comentario entre socarrón y perplejo de un funcionario provincial quien, en una comunicación telefónica con el intendente bahiense, escuchó como de fondo la voz del actual director del Banco Provincia, le fue a apuntando palabra por palabra al medanense…

En este punto sirve recordar que a poco de ser designado nuevamente y por cuatro años como director del Banco Provincia como representante del Frente Renovador, se conoció la noticia de que Larraburu fue multado por la compra indebida de al menos 800 mil dólares durante su anterior paso por el mismo puesto, aquella vez, en nombre del kirchnerismo.

Como era de esperar, esa noticia, grave y para nada menor, fue soslayada, cuando no, literalmente escondida, por la gran mayoría de los medios de la ciudad que dependen, entre otras cosas, de que Larraburu decida si reciben pauta o no.

En fin. Así se maneja nuestra “pobre ciudad”.

La democracia es el gobierno de aquellos que son votados para ejercer un cargo.

El tema es que cuando los que son votados se mandan a mudar y dejan en su lugar a uno que tiene un jefe al que nadie votaría.

¿Cómo podría llamarse esa enviciada y sumamente tóxica forma de gobierno? ¿Cadetocracia? ¿Testaferrarquía? Idiomáticamente, los vocablos no suenan del todo mal, pero no figuran en ningún diccionario.

Tal vez deberían. Y nuestra ciudad recibir el dudoso crédito por la razón de su existencia.

Una penosa forma de “Jurisprudencia” ¿O “modus operandi”?

En términos jurídicos, cuando ante determinado delito, a la hora de su juzgamiento, se aplica el mismo criterio empleado para uno anterior similar, se habla de “jurisprudencia”.

En términos delictivos, cuando malhechores recurren una y otra vez a un accionar parecido para perpetrar sus fechorías, se habla de “modus operandi”.

Esto que pasó con el Coprotur, el fiscal Álvarez y la mar en coche, ¿emana “jurisprudencia” o “modus operandi” por todos sus poros?

Si es cierto que quien resolvió “archivar” el caso lo hizo como moneda de cambio para que su mujer sea designada como jueza, nadie puede sorprenderse…

Los “matrimonios” bien remunerados por la función pública han proliferado en forma geométrica en los últimos tiempos.

Por mencionar uno sólo y muy emblemático, sabido es el caso del vertiginoso (y muy bien remunerado ascenso) de la mujer de Fabián Lliteras dentro del escalafón municipal, o más recientemente, según una llamativa revelación de LA NUEVA, la designación de la señorita novia de “Rafa” Morini como “secretaria del bloque de concejales oficialista”, situación no muy bien recibida por el ala “breitensteinista” de la bancada.

Esta aseveración es algo más que una presunción y por si hace falta, se robustece con el dato de que haya sido el diario local, histórico gran aliado y protector del actual ministro sciolista, el medio que haya revelado tal “detallecito” en su columna de chismes de una reciente edición dominical.

Cómo tampoco alguien podrá sorprenderse si dentro de poco el fiscal Álvarez, desde su unidad de “investigación de delitos económicos”, se despacha con un “viandazo” y encana a un verdulero por vender alcauciles y espárragos de dudosa procedencia, con todo el rigor de la ley, después de haberse “abierto de gambas” vergonzosamente con un “desmanejo” de 15 millones de pesos de dinero público.

¿O no continúa el juez de faltas Gabriel Nardi, tras haberse negado a ser sometido a un control de alcoholemia, aplicando multas a quienes no tienen más remedio que acatar las reglas o pagar cifras exorbitantes?

¿Con qué cara puede este hombre firmar una sentencia aunque sea por mal estacionamiento, tras su atroz mal ejemplo en una de las faltas de tránsito más graves que puede haber?

A fin de cuentas, el jefe directo de la Guardia Urbana, es Fabián Lliteras quien llegó a acumular 47 infracciones de tránsito impagas y, solo tras la revelación del dato a través del sitio de investigación SÓLO LOCAL, se acogió a un plan de pagos para empezar a abonar las primeras 25.

¿Y el Concejo Deliberante? Bien, gracias. Quienes abrigaron algunas expectativas con el último recambio, de a poco, van sucumbiendo a la desazón.

Siguen los quijotes de siempre, peleando contra los molinos de viento con una mezcla de hidalguía e ingenuidad que nunca les alcanza para superar el 20 por ciento de los votos y entre los nuevos, justamente casi “nada nuevo”…

Por caso, el ultrakirchnerista Gustavo Mandará que llegó a su banca tras cuatro años al frente de AFSCA sin haber conseguido cerrar una sola radio “trucha” (o irregular, como le gustaba decir con su pretendida “culturosidad” cuando con toda amabilidad atendía en su oficina de la calle Alem), al ser consultado sobre el archivo de la denuncia por el Coprotur, no vaciló en decir que cuando se presenta una denunciahay que acatar lo que diga la justicia sobre ella, por más que a muchos pueda no gustarle.

“No es que cuando la justicia falla como nosotros queremos, pretendemos o necesitamos está bien y cuando no está, mal”, argumentó, como siempre sin jugarse demasiado, en consonancia con su jefe Marcelo Feliú, el ahora concejal.

Nos permitimos discrepar absolutamente con la tibieza de esa postura, si se quiere coherente, con un tipo que ante una denuncia por una interferencia a una radio legal era capaz de filosofar durante dos horas sobre la Ley de Medios, pero nunca hacer lo que correspondía, que era ir y clausurarla y decomisar sus equipos y así, defender a quienes se ganan la vida honesta y legalmente.

Que quede bien claro: al equipo de ATICO no solo le parece muy mal que el fiscal Álvarez haya archivado la causa, sino que no se desdice de una sola de las líneas publicadas en relación al escándalo más grande de la historia política bahiense.

Y no sólo eso: también se compromete a mantener viva la llama de la indignación para que sus lectores no pierdan la memoria si alguno de estos “desprolijos cometedores de irregularidades” pretende seguir reciclándose en la política para continuar colgado de la teta del Estado.

Como siempre, nos animamos a calificar y a opinar y por eso, lo escribimos con todas las letras, nos parece VERGONZOSO e IMPRESENTABLE que después de dos años, con todo lo que se sabe, con todo cuánto se desprende de semejante desmanejo y todo cuánto quedaría por aclararse, tratándose de lo que se trata, se pretenda cerrar el asunto con una resolución de unas pocas líneas; desde el sentido común, inconsistente y por qué no insultante.

E incluso, hasta en cierta forma, cínica, firmada por un tal Álvarez, que, como tantos otros en la justicia argentina, no estuvo, ni por asomo a la altura no sólo de lo que se esperaba de él sino de lo que mínimamente correspondía.

¿O alguien, por más ojos vendados que tenga, puede sopesar en la misma balanza a un pusilánime que vino de lejos y que quizás, a fin de cuentas solo quiera conchabar a su mujer con, por ejemplo, un hombre absolutamente probo y ejemplar como el doctor Hugo Cavallaro, alguien que sí habló cuatro o cinco veces por los medios bahienses a lo largo de décadas de impoluto recorrido, fue mucho y, sin embargo, esta vez, por algo, no vaciló en mostrar su absoluta discrepancia con esta medida?

¿Por qué lo hizo? Tal vez para que quienes cómo él, son personas de bien y cada día trabajan adentro de una Justicia “non sancta” y especialmente, quienes necesitamos creer en ella como institución, pese a la bronca por, precisamente, tamaña INJUSTICIA, no nos rindamos ni mucho menos, perdamos las esperanzas.

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