Nota: Profesor Humberto Guglielmin –
LAMBRUSCHINI Y LA GENERACIÓN DIEZMADA
Aunque cronológicamente no correspondería recordar este caso, lo hago por la actualidad de las personas implicadas.
Corría el año 1978. Un mes antes, Argentina se había consagrado campeona mundial de fútbol. En la Junta Militar se estaban por anunciar algunos cambios importantes, entre ellos que el vicealmirante Armando Lambruschini iba a suceder en el mando de la Armada al temible almirante Emilio Eduardo Massera. El accionar de la guerrilla, debido a la presión militar, había disminuido pero solo en apariencia; conservaba un gran poder de fuego, en parte ignorado porque la prensa no informaba todo lo que sucedía.
El vicealmirante Lambruschini vivía, con su esposa y dos hijas en el tercer piso de un edificio de la calle Pacheco de Melo en el barrio de la Recoleta. La zona se consideraba con bajo riesgo de atentados. El departamento contiguo al suyo hacía un mes que estaba desocupado, y durante ese tiempo se le habían hecho algunos arreglos, había personas que entraban y salían. Montoneros hacía tiempo que estaba a la búsqueda de un blanco espectacular que los devolviera a las primeras planas de los diarios y la TV. Y fue la casualidad la que les acercó el dato de que ese departamento estaba vacío por lo que Montoneros decidió estudiar alternativas y la rutina diaria de la familia.
Durante la espera de nuevos inquilinos la dueña de ese departamento, que vivía en el piso inferior, recibió la visita de 2 jóvenes que exhibiendo credenciales de agentes de toxicomanía de la policía le informaron que tenían orden de investigar trazas de drogas dejadas por el anterior inquilino. Sin dudar les dio las llaves y al cabo de unas dos horas de trabajo sin que nadie los molestaran, esos jóvenes se retiraron del edificio.
Esa misma noche del 1 de agosto de 1978 a las 1,40 h. una espantosa deflagración de 25 kilos de nitroglicerina despedazó a Paula Lambruschini de 15 años, y a otras tres personas; el número de heridos se estableció entre diez y veinte; el daño producido por la explosión fue de tal magnitud que hubo que apuntalar el edificio. Siguiendo normas de seguridad necesarias en esa época, justo esa noche el almirante había descansado en instalaciones del Arma. Era práctica habitual la rotación de viviendas para disminuir los riesgos de atentado.
Sobre los autores de este terrible atentado no hay una versión única; la más creíble y aceptada es la de que los jóvenes que pusieron esa bomba eran Carlos Guillermo Fassano y Lucila Révora de De Pedro (Ana), pareja de Fassano y madre de Wado De Pedro, frustrado candidato a presidente por el peronismo.
El padre de Wado, Enrique De Pedro, fue un dirigente de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) e integrante de Montoneros, donde escaló a puestos directivos de la Columna Norte pero perdió la vida en un enfrentamiento en abril del año 1977; se trasladaba en un vehículo cuando fue detenido por una patrulla policial, al negarse a dar sus documentos y sacar su arma, fue abatido. Tenía solo 26 años.
Algo más de un año después, tanto Fassano como Lucila, fueron ubicados por una patrulla policial en una casa en Floresta donde resistieron con las armas en la mano hasta ser abatidos. Lucila tenía un embarazo de 8 meses y su hijo Wado De Pedro, de solo 2 años, resultó ileso.
Luego de la muerte de su madre ese bebé pasó por varias manos hasta que fue entregado a su familia materna en la ciudad de Mercedes donde fue criado con todo amor. Obviamente su infancia no fue lo feliz que hubiera sido si hubiera tenido a sus padres junto a él; pero no todo le fue negativo. Pudo estudiar en Mercedes y luego en Buenos Aires donde estudió abogacía. Fue miembro fundador de H.I.J.O.S. y de La Cámpora junto con Máximo Kirchner, el Cuervo Larroque etc. La llegada del Kirchnerismo le significó una promoción sostenida a los más diversos cargos de importancia en la provincia de Buenos Aires y en la Nación.
Al llegar Alberto Fernández a la presidencia juró como ministro del interior.
Inmediatamente después del atentado contra Lambruschini, Montoneros reclamó su autoría, señalando que había sido ejecutado por el “Pelotón Especial de Combate Eva Perón”. En el comunicado lamentaron la muerte de Paula, hija del almirante pero no dijeron nada respecto a los otros muertos y heridos y trataron de responsabilizar de esa acción a los militares por haber emprendido una guerra contra el pueblo. Obviamente, el pueblo eran solo ellos.
Enrique De Pedro, padre de Wado, había participado en el secuestro de los hermanos Born, que fueron encerrados por 6 meses uno, y 9 meses el otro en dos distintas “cárceles del pueblo” preparadas por De Pedro. Solo fueron liberados luego de pagar un rescate de 60 millones de dólares ( ¡! ). De Pedro también participó en el asesinato del gerente de la empresa Molinos del Rio de la Plata, Alberto Bosch Luro.
A pesar de que su padre y su madre murieron combatiendo con las armas en la mano, son considerados “desaparecidos” y por eso Wado De Pedro recibió del Estado una indemnización de 224.000 dólares por la “desaparición de cada uno de sus padres, o sea recibió 448.000 dólares por ser el único heredero de ambos. Es además dueño de una explotación agropecuaria en Mercedes, en su campo de 89 hectáreas heredado de su madre. Obviamente Wado no tiene la menor idea personal de lo que es la pobreza y comer solo una vez por día y desayunar y merendar con pan y mate cocido, si hay. En este asunto es igual a casi toda la dirigencia política y sindical peronista.
Es muy difícil demostrar los méritos personales de De Pedro, J.Cabandié, V. Donda, F. Raverta, H.Pietragalla, V. Montenegro, C. Todesca B., los Vaca Narvaja, C.Kunkel, E. Pérsico etc. etc. para ocupar los importantísimos cargos que ocupan u ocuparon, habiendo tantas personas con antecedentes éticos y académicos reconocidos dentro y fuera del país. ¿Si sus padres no hubieran sido guerrilleros hubieran llegado por méritos propios a los cargos que ocupan u ocuparon en los gobiernos K?
El desastroso estado en que está el país que gobiernan, desde hace 16 años, evidencia que ser hijo de guerrilleros no garantiza honestidad intelectual ni decencia moral. Son los nuevos millonarios sin haber trabajado nunca. Los hijos de esos idealistas dicen defender los sueños de sus padres, pero entonces ¿esta situación de decadencia y corrupción era todo lo que sus padres tenían para Argentina? Los hijos de “la generación diezmada” la están pasando bomba, mientras el pueblo sufre y se embrutece ante su cruel indiferencia.
La ética política de Wado quedó maltrecha cuando en ocasión de la derrota del peronismo en las PASO (IX- 2021) a pesar de ser el Ministro del Interior de Alberto Fernández, provocó una grave crisis de gabinete al adherir públicamente a la descalificación del gobierno que hizo Cristina y, demostrando la debida sumisión a ELLA, le presentó su renuncia al presidente. Esa dimisión provocó una catarata de muchas otras renuncias, todas ellas de integrantes de La Cámpora que lo hicieron a pedido de Cristina.
De esta manera le demostraron a Alberto Fernández que Cristina y ellos eran los dueños del poder. Con esta actitud, tanto Wado como los demás renunciantes estaban eludiendo la responsabilidad personal que les cabía en la derrota, por ser funcionarios centrales del gobierno que integraban. Fue una “joda” propia de adolescentes irresponsables que juegan con el país. Y, por supuesto, ¡todos aceptaron la confirmación en sus cargos! ¡No es serio!
Es inaceptable que siendo Ministro del Interior de Alberto Fernández, su sumisión a Cristina haya prevalecido sobre la lealtad debida a los intereses del país y al presidente de la República. ¡Esto no es una Monarquía! Sin embargo, Cristina no valoró en nada ese gesto ya que ELLA, después de haberlo propuesto públicamente como candidato a presidente de la República por ser un representante de “la generación diezmada”, no tuvo inconveniente alguno en descartarlo, nada menos que por Sergio Massa, un hombre turbio que años atrás había manifestado que si llegaba a la presidencia, a Cristina la mandaría a la cárcel por corrupta. ¿Lo hará?
Cristina decidió contentar a Wado con cargos menores, como el de ser el jefe de la campaña presidencial de quien lo desplazó… ¡Fue una humillación pública recibida, sin embargo, con una sonrisa! Una persona con dignidad no la habría aceptado. Así de seria y responsable es la democracia que nos ofrecen ELLA y “la generación diezmada”.
Nota: Profesor Humberto Guglielmin
Guglielmin.humberto@live.com