LAS FIGURAS NAVIDEÑAS

Por el Profesor Humberto Guglielmin –

JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Son los personajes centrales de la Navidad. Jesús, el Mesías prometido que se hace hombre para salvar a la humanidad; María, su madre, que al decirle al ángel “hágase en mi según tu palabra” aceptó esa misión y José, su silencioso padre.
En el Evangelio de San Mateo, en el capítulo 2 leemos: “Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los Judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”.
“Herodes y toda Jerusalén quedaron muy alborotados al oír esto. Reunió de inmediato a los sumos sacerdotes, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: En Belén de Judá, pues así lo escribió el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el que apacentará a mi pueblo, Israel.”
“Entonces Herodes llamó en privado a los Magos y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella. Después los envió a Belén y les dijo: Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje”.
“Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella! Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra”
“Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino.” Hasta aquí el evangelista San Mateo.

LOS PASTORES
Dos mil años atrás era una tarea tan importante como sacrificada. La lana, la leche y la carne tenían un valor muy elevado y eran pocos los que podían tener una majada.
Dada la escasa extensión de esos campos y la posible presencia de lobos y ladrones ovejas, los pastores debían estar preparados para enfrentar cualquier riesgo y, además, debían estar siempre alertas y muchas veces dormir a la intemperie. Los riesgos comunes hacían que los pastores de las diferentes y poco numerosas majadas tuvieran una relación de camaradería y de recíproco conocimiento y unión. Los unía el peligro.
El suelo áspero, pedregoso y seco de Palestina permitía solo cabras y ovejas pues los pastizales en esos campos eran pobres. Las vacas eran demasiado valiosas como para pastorearlas en campo abierto. A lo más solo unas horas. Vivían estabuladas y había que acercarles el alimento y el agua.
Cuando Jesús nació los pastores fueron los primeros en enterarse; ellos fueron los que vieron y oyeron el mensaje del ángel y tuvieron miedo: los que escucharon a una multitud de ángeles alabando a Dios, y los que fueron presurosos a ver al niño recién nacido. Cuando ellos regresaron a sus puestos, contaban lo que habían visto y oído y todos quedaban maravillados de lo que decían.

EL PESEBRE
La evocación del nacimiento del Niño Jesús, desde que en el año 1223 lo dramatizara San Francisco de Asís, va indisolublemente unida a lo que llamamos pesebre, que no es otra cosa que la representación de ese acontecimiento utilizando estatuitas de personas y animales, mezclado con pastos y mucha creatividad. No deja de ser una forma popular y didáctica de evocación del nacimiento de Jesús.
En algunos lugares, se evoca la navidad con solamente algo que ciertamente no hubo en Palestina por esos días, el abeto; sin la menor referencia al Niño Jesús. En otros lugares se politiza el pesebre sugiriendo que se incorporen personajes como deportistas o líderes políticos entre los que acompañan a María y José.
También es una forma de politización la de poner en el pesebre todos los personajes menos los tres Reyes Magos. Ante el inevitable porqué de estas ausencias, las respuesta previsibles serán que: “porque cayó la monarquía”, y en el otro caso: “porque fueron detenidos en la frontera por estar indocumentados,” aludiendo de esta manera a un drama que aflige a centenares de millones de personas en el mundo.
La renuncia a la evocación religiosa de la Navidad, en algunos lugares de Europa, se está produciendo por las discutibles actitudes de quienes, siendo parte de los valores cristianos, deciden renunciar a su identidad alegando la creciente presencia de inmigrantes de cultura musulmana y la conveniencia política de no incomodarlos, aunque no estén en su país de origen. Creen que es una buena manera de ir integrándolos al nuevo país. Sin embargo, con esta actitud se está renunciando gratuitamente a la propia identidad religiosa, cultural y nacional y esto es un error muy grave por el que, en el futuro, seguramente se pagará un duro precio. Es una forma miserable de regalarse.
En una ciudad de Italia, en una muy importante escuela se suspendió la evocación de la Navidad -la lectura ante un pesebre de un párrafo del evangelio alusivo al hecho- porque entre el alumnado había niños de origen musulmán. Los niños o sus padres no habían pedido nada; fueron los docentes los que se adelantaron a tomar esta conducta creyendo que era una buena idea. Y la recordación de la Navidad se suspendió.
Luego de este hecho llovieron las críticas: ¿Qué impedía que los niños musulmanes permanecieran en el aula durante ese acto si así lo querían? ¿Por qué por respetar los valores de una insignificante minoría inmigrante, la mayoría debe renunciar a sus valores y a su identidad? Este hecho es solo un caso menor de una conducta que se está generalizando en toda Europa.

LOS REYES MAGOS
Los evangelistas fueron algo así como aquellos periodistas a los que se les encargó un informe lo más completo posible sobre un hecho importante. Recurrirán a todas las fuentes que puedan aportarles datos sobre el tema. Obviamente priorizarán los testigos más directos de los hechos pero en ocasiones, se les hará difícil discernir entre la información confiable y la que no lo es tanto.
Muchos exégetas coinciden en que Mateo, en su afán de hacernos conocer todos los acontecimientos que no eran conocidos sobre Jesús, recurrió a algunas fuentes de información populares, pero no canónicas, que circulaban entre los primeros cristianos. Algunas de esas leyendas fueron recogidas por el florido “Evangelio Árabe” de la Infancia de Jesús.
En este evangelio apócrifo se dice que por revelación de Zoroastro estos tres Reyes Magos dejan su Persia natal, guiados por una desconocida y sorprendente estrella que, según la revelación recibida, los guiaría hasta el lugar donde había nacido Jesús. Las versiones nos dicen que dado su lugar de origen y la importancia dada a la estrella, probablemente esos tres Reyes eran astrólogos.
Eran “Magos”, no porque fueran capaces de sacar un conejo de su bolsillo, sino porque ese era el nombre de la tribu o pueblo al que pertenecían, en el Oeste del Irán actual; de esa región salía la mayoría de los sacerdotes de Zoroastro, que en ese tiempo formaban el clero oficial del Reino de los Partos.
Según la antigua versión Armenia de esta leyenda, Gaspar era el Rey de los árabes, Melchor lo era de los persas y el negro Baltasar reinaba sobre la India. ¿Era negro? Así lo afirmó Tertuliano a fines del siglo II y esta versión hizo fortuna, y fue admitiéndose y generalizándose sin objeciones por parte de las personas más autorizadas. Sin embargo la versión más fundada perece ser la de que fueron los artistas los que vieron que el color negro de su piel ayudaba a diferenciarlos al momento de representarlos en los pesebres.
Esos tres Reyes, que tradicionalmente hacían referencia a Persia, con el paso del tiempo, pasaron a representar los tres continentes entonces conocidos: Europa, Asia y África. Con su visita, esos Reyes de naciones que hasta ese momento no habían sido parte del pueblo elegido, al adorar al Niño de Belén estaban manifestando que también ellos querían incorporarse al pueblo de Dios.
A partir del año 1.200 el festejo de la Navidad fue popularizándose en todo el mundo, incluso en países no cristianos. Pero ello no fue sin pagar un duro precio: fue perdiendo poco a poco su carácter religioso y transformándose en una fiesta laica en la que solo se evocan los valores de la familia y la amistad, lo que está muy bien, pero duele que pierda su carácter originalmente cristiano.
Otro de los cambios que sufrió la recordación de la Navidad fue la incorporaron personajes míticos, que ya son inseparables de toda navidad, por obra y gracia especialmente del cine: San Nicolás, Santa Claus y Papá Noel…

OTROS PERSONAJES
San Nicolás (Siglo IV): es un personaje mítico con una probable base histórica. Originario de la actual Turquía, que entonces era cristiana. Fue obispo y por eso, el rojo de las prendas de Papá Noel y Santa Claus, derivarían del rojo de sus ornamentos episcopales. Su santidad de vida lo habría convertido en un taumaturgo y los más beneficiados por sus milagros siempre fueron los niños. La leyenda cuenta que solía filtrarse a través de las ventanas para llenar de regalos las medias de los niños, puestas en las chimeneas para que se sequen durante la noche. Hoy día, San Nicolás es el santo patrono de Grecia, Turquía y Rusia. En Sudamérica las medias no están incorporadas a la ornamentación navideña.
Santa Claus: Es una deformación lingüística de San Nicolás acuñada en Nueva York hacia el año 1800. Se trata de un personaje imaginario, procedente de una gélida región del Ártico, que en las fiestas navideñas abandona su frío país para llevar alegría a los niños. Es gordo y bonachón; viste de rojo y blanco y, naturalmente, se traslada en un trineo arrastrado por renos que está repleto de regalos. Amparado por la oscuridad de la noche, entra en las casas de los niños, les deja variados obsequios y sin mediar palabra alguna se aleja para ir a la casa de otro niño.
Papá Noel: Literalmente significa Papá Navidad y es un personaje cuyas características imaginarias no lo diferencian de San Nicolás o de Santa Claus.
El árbol de Navidad: Si bien en Palestina había muy pocos -y no eran coníferas- en cualquier parte y lugar el árbol es un elemento decorativo con significados muy abiertos. En Europa, los celtas en los solsticios de invierno, solían adornar sus mejores robles con adornos que evocaban el retorno del sol, la luz y la fertilidad. Los germanos por su parte, creían en la preexistencia de un árbol cósmico, eje del universo y en el bosque como entidad anterior a la aparición del hombre. En el bosque, el dios Thor manifestaba su poder permitiendo la caza, la recolección y la protección de los hombres. Para los germanos, los árboles estaban anclados a la tierra pero apuntaban al cielo, morada de los dioses, uniendo ambos extremos; el bosque, por lo tanto, era sagrado e intangible.
Estas creencias fueron así hasta que San Bonifacio (675 – 755), evangelizador de la Germania, interrumpió el sacrificio de un niño en el tronco del “roble del trueno” blandiendo su báculo episcopal, para detener el martillo de piedra con el que el verdugo iba a matar al niño. Luego de esto Bonifacio habló así: “¡Escuchen hijos del bosque! La sangre no fluirá esta noche… porque esta es la noche en que nació Cristo, el Hijo del Altísimo, el Salvador de la humanidad… desde su venida, el sacrificio (humano) ha terminado”.
Dicho esto tomó el hacha y desafió a los dioses del bosque cortando de raíz el roble sagrado. En sustitución del roble, de hojas caducas, plantó un abeto que es de hojas perennes y lo adornó con manzanas y velas que luego, con el paso del tiempo, serían sustituidas por estrellas, luces y otros adornos. La tradición del árbol de Navidad nos viene de los países germánicos, cuyas tradiciones la Iglesia trató de cristianizar.
¡Feliz año nuevo a todos!

Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com

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