EL JURAMENTO

Los pueblos tienen el derecho a exigir que sus autoridades sean competentes y dignas.

El juramento de los nuevos diputados nos ha llenado de preocupaciones porque reflejó la irrealidad en la que muchos viven. El juramento es un compromiso solemne por el que uno se obliga a cumplir con un determinado mandato, poniendo generalmente a Dios como testigo de la seriedad de esa promesa. Es un compromiso solemne que se hace ante una persona supuestamente constituida en dignidad y siguiendo una fórmula aprobada oficialmente. Normalmente se hace con testigos de ese compromiso.

Para los que tienen firmes convicciones religiosas -no las simuladas- el juramento es un compromiso muy serio, pues ponen a Dios como testigo cuyo nombre no debe ser tomado en vano. Y ese juramento les recuerda la obligación de ser leales a los principios morales y a las promesas hechas.
Esto no quiere decir que quienes no tienen convicciones religiosas sean malos o menos confiables. Sabemos que muchas personas ateas son completamente inobjetables y que su conducta puede ser admirable, porque creen y se ajustan a los mejores Valores. También sabemos que algunos de los que se dicen creyentes en Dios y cumplidores de sus Mandamientos, en la realidad no ajustan su vida a los principios morales en los que dicen creer. Pero saben que esta incoherencia les será observada cuando se presenten ante el Justo Juez. La creencia en un Dios, siempre justo remunerador, ayuda, aunque sea por el temor que esta convicción inspira, a mantenerse en el camino del bien y de la práctica de las virtudes.

El problema está en los que no tienen ninguna convicción Ética seria, los que se visten de un barniz religioso hipócrita y los que hablan de valores solo en los discursos pero no en su vida personal y social. Estos chantas sobreabundan.
Juramentos similares a los que acaban de realizarse en ocasión de la asunción de los nuevos diputados deberían ser terminantemente prohibidos por el bien del país, o bien hacerse en Circos ambulantes, con monos y elefantes. Se han tornado en algo payasesco, irritante, chabacano, ridículo, cómico… Avergüenzan a los que estamos sufriendo por su incapacidad y frivolidad. Debieran recordar que solo merecen respeto las personas que son respetables.

Por las fórmulas de juramento de los nuevos diputados tanto nacionales como de la CABA pasaron los consumidores y cultivadores de marihuana , la gloriosa J.P., la Santa Federación y Maradona, Néstor Kirchner y Tehuel, las víctimas de los subversivos y de la dictadura, el F.M.I., la deuda externa, el pueblo Jujeño, los pueblos originarios, les jubilades, la barbarie capitalista etc. Hubo ropa jean, camisetas con inscripciones, carteles como en feria, puños y brazos levantados, risas, silbidos y abucheos, abrazos y besos etc.

Esta ceremonia anárquica evidencia la ya tradicional falta de seriedad argentina ante las cosas que debieran ser importantes. Y esto ¡no molesta a ninguna autoridad! Nadie del gobierno o la Justicia lo impide. Es visto como una nota de color, como algo inevitable dado lo que somos. Pero la mayor parte de los argentinos nos sentimos humillados por ese deprimente espectáculo. El país está en una situación muy seria y esa jarana sonó a provocación, no fue algo serio.

¿Con qué autoridad los docentes podrán exigir silencio y disciplina en el aula -condiciones indispensables para el aprendizaje- si los autoproclamados “Padres de la Patria” se toman todo en joda?

Es cierto que se trató de una minoría, pero terminaron manchando a toda la Cámara de Diputados, porque no fueron descalificados por sus pares y este bochorno lo vio todo el país. Fue un pésimo mensaje. La gente ve que no hay seriedad en ningún ámbito.
Para esa minoría impune, el juramento fue la forma divertida de comienzo de una larga fiesta. Se los veía sonrientes y distendidos. Sus penurias económicas serán un recuerdo del pasado. Gozarán de los fueros (una desvergonzada forma legal de impunidad). No tendrán exigencias laborales perentorias y saben perfectamente que “la Patria”, a través de sus débiles instituciones, nunca demandará a nadie, y menos si es político. Tendrán custodios, secretarios, asesores, choferes, pasajes gratis por avión, canjeables por dinero efectivo. Lograron incorporarse a la casta de los privilegiados que antes criticaban con dureza.

Es opinión generalizada que los parlamentarios son tan caros como inútiles. Los resultados los condenan. ¿Qué sentido tiene entonces que un país quebrado como el nuestro tenga 257 diputados?
Todos sabemos que el Parlamento históricamente no supo impedir ninguna de las gravísimas crisis que recurrentemente torturaron a los argentinos; también sabemos que cuando estas crisis aparecieron, se ocultó cobardemente en un desvergonzado silencio y culpó de todo solo al presidente de turno; como si el Parlamento, por comisión o por omisión, no hubiera tenido nada que ver. ¿Para qué está entonces? Por otro lado, los parlamentarios nunca padecieron personalmente las consecuencias del mal gobierno; las trasladaron al pueblo que los eligió.

Estamos hartos de decepciones. Nadie quiere una dictadura pero, necesitamos razones concretas para preferir la democracia, y esta es una de las obligaciones que nuestra frívola oligarquía gobernante no está cumpliendo. Es hora de que todos se pongan serios. Hay demasiado dolor en demasiados argentinos. Necesitamos un parlamento compuesto por personas con los valores morales de Esteban Bullrich.
Roma está ardiendo, y los “Padres de la Patria” están tocando la cítara en la colina, ajenos al encono que se está acumulando en la plebe.

No se debe permitir que la democracia fracase por falta de responsabilidad de sus gobernantes; el precio sería muy alto. La democracia se defiende no reptando ante ídolos con pies de barro, sino con conductas patrióticas y desinteresadas, orientadas siempre por el bien común, cumpliendo rigurosamente con la Constitución y entregando su dirección a los dirigentes más capacitados y honestos. Los discursos grandilocuentes son solo cháchara, lo que vale son los hechos. La democracia debe ser una cosa muy seria también en Argentina.

Nota del Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com

Foto: Infobae – Diariouno –

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