EL SALTO DE SERGIO BORDONI: UN GRAN ALUMNO DE SANTIAGO NARDELLI

Hace pocos días desde esta página intentamos reflexionar y reclamar para que no se nos tomara tan por estúpidos a los bahienses en materia de información y, en especial, bajadas de líneas editoriales, si es que no queda grande la expresión.
Lo hicimos sabedores de nuestras limitaciones, pero también de nuestras dignidades.

Somos un medio muy lateral aunque limpio en el putrefacto y empalagoso sistema local, pero unos cuantos nos leen, tal vez hartos de que las noticias se repitan en cadena, siempre desde el mismo lado y, según haga falta, se oculten, también al unísono.
Y entre quienes nos leen—y según dijo nos comparte—hay un abogado al que no se le puede objetar su pertenencia al PRO desde la primera hora y cierta decepción porque aquello por lo que se jugó hace muchos años, de alguna manera quedó en las manos que quedó y así terminó, “con una oportunidad desperdiciada para el país y para la ciudad”, según sus propias palabras, que fue quien nos manifestó su indignación y hasta vergüenza por la situación que aquí se planteará.

“Ustedes piden que no nos tomen tan por estúpidos, pero no sólo no aflojan, si no que redoblan la apuesta”, nos comentó antes de aportar varios de los razonamientos que aquí vamos a compartir y hacer propios.
Sirva esta mención para que aquellos que, sobresaltados por esta pequeña tribuna que se les escapa del sometimiento que impone la escandalosa pauta municipal y nos estudian y hasta nos escudriñan o nos vigilan, no se estrujen tanto el cerebro enroscado en la búsqueda de letristas para estos escritos que tan indiferentes no les serán, aunque según ellos “no nos lea nadie”

Al menos este respetable bahiense, al que nadie le podrá achacar que se mete en política por algún afán económico, no sólo nos sigue si no también nos alienta y nos ayudó con su lúcido aporte a fortalecer argumentos.
Y a alimentar la esperanza de que al menos el pensamiento pueda írseles de control a quienes pretenden comprar o, mejor dicho “alquilar”, a la opinión pública, eso sí: con el dinero que es de todos y que, ni falta hace decirlo, buena falta haría en otros rubros más urgentes que obtener protección y evitar preguntas incómodas.

Y lo del alquiler viene a cuento de que, por propia definición, un arrendamiento es algo temporal y para nada definitivo. Terminado el pago por su uso (y, en este caso, abuso) aquello sobre lo que se tiene la sensación de que puede ser propio, deja de serlo.
“Estos tipos alquilaron el poder porque tuvieron plata y la suerte que nos faltó a otros de estar en el momento y en el lugar indicado… pero de allí a que ese poder les sea propio hay un buen trecho… alcanzaría con que se les terminara la buena fortuna”, aseguró el abogado.
Y para que ese destino cambie, no vamos a ser tan ilusos de pretender que las cosas cambien por el solo hecho de escribirlas o describirlas en un humilde sitio como este, pero sí nos consta que algunos ojos pueden abrirse cuando se les ofrece a sus propietarios razonamientos leales y convincentes, sustentados en la fuerza indetenible de la evidencia.

Por eso es que insistimos y lo haremos cada vez que nos surja la gana de ejercer una autonomía que otros han decidido vender al postor de turno, llámese Breitenstein, Bevilacqua o ahora, superando límites que se creían imposibles, Héctor Gay como cara visible de un triunvirato que también integran la senadora Nidia Moirano y el diputado Santiago Nardelli, que fue el apuntado por nuestro interlocutor.
Según dijo, le causó gracia por lo absurdo y vergüenza por lo patético el abordaje que se intentó desde algunos panfletos muy bien pagos (se insiste, con mucho dinero de todos los bahienses) para hacer todos los deberes que les manden –¿O, hay que decir, que “les dicten”?—a la hora de pasar factura por el pase del intendente de Tornquist, Sergio Bordoni, desde Cambiemos al “massismo”, circunstancial parte del Frente de Todos sobre la que no parece sensato apostar a largo plazo.
Escrita con los codos y a las apuradas, la sección “indiscreta” (siempre para el lado que le marcan) hizo un rápido repaso de algunas declaraciones de antaño del jefe comunal serrano, recordándole haber tratado de “chorros” a los Kirchner y a La Cámpora y hasta asegurar en la campaña de 2019 que, en caso de ganar Kiciloff, la provincia sería “una nueva Venezuela”.

De paso y para firmar aun más por si hacía falta la procedencia de estas líneas por encargo, lo amenazan a Bordoni con tener problemas con la Justicia y hasta le deslizan que circula en determinados ámbitos cierta foto comprometedora.
En síntesis: un asco, un chiquero, una inmundicia, una cloaca que no resiste, como tantas otras cosas en esta parte del mundo, un par de preguntas serias y no apañadas.
¿O querrá decir que los que ahora pretenden intimidarlo con cuestiones judiciales, hasta aquí no lo entregaron o denunciaron porque era “del palo” y ser “del palo”, le garantizaba impunidad?
La verdad es que teniendo tanto de preocuparse en Bahía, a quienes hacemos periódico Ático –por más que nos encante la comarca serrana—nos importa poco Bordoni y estamos tan lejos de defenderlo como de atacarlo sin necesidad. En todo caso serán los tornquistenses quienes evalúen su decisión llegado el caso y enhorabuena que la coherencia pasa a tener algo de peso en la balanza.
Nuestra modestísima pero sentida pretensión, una vez más, es que aunque sea no nos tomen tan por idiotas y si van a insistir en ello, aunque sea tengan claro que algunos nos damos cuenta de la tomadura de pelo.

¿Por qué entonces en lugar de mandar a decir las cosas a través de una columna anónima que todos saben quién escribe y a qué intereses responde y cuáles intereses se cuida de no rozar, no recurrieron al viejo y saludable ejercicio de hacer una entrevista?
Pero claro, ¿alguien puede imaginar un reportaje al respecto efectuado, por ejemplo, a Santiago Nardelli?
¿Un diálogo en serio, con preguntas normales (no se pide nada tipo Mike Wallace en “60 minutos” o Bob Woodward para destapar el escándalo de Watergate) en el que el legislador pudiera manifestar y argumentar su indignación y su repudio por este acto acomodaticio, camaleónico, traidor de la voluntad popular y de cualquier cuota de otra motivación que no sea un intento por acomodarse como sea?

Por si hace falta explicar porque se torna inimaginable algo así tal vez sirva recordar que Nardelli se inició en la política allá a finales de la década de 1990 como parte del Frente Grande que fue parte del centroizquierdista Frepaso de la mano de un abogado llamado Marcelo Di Pietro, que en 1999 llegó a ser legislador provincial.

Poco después de 2001 el sistema colapsó y de la senaduría de Di Pietro poco y nada se supo, Nardelli se sumó a las huestes del ARI recientemente conformado por Elisa Carrió y fue entonces en 2003 intentando los primeros palotes de una misma receta que una década después le daría dividendos con Héctor Gay, se escondió detrás de una figura más o menos conocida como la de Federico Susbielles para pugnar por la intendencia en la elección que terminó ganando Rodolfo Lopes.
Eran tiempos en los que el kirchnerismo se vino con todo y el ARI se fracturó entre el encono de su fundadora con todo lo que oliera a peronismo y una versión supuestamente “más constructiva con aquel momento del país”, encarnada por Graciela Ocaña, según luego se vería, otra mujer de convicciones cambiantes y una clara propensión por situarse siempre allí donde pudiera cobrar.
Se les otorgo entre otros conchabos el manejo del PAMI y allí se inició uno de los planes de generación de empleo más ambiciosos que se recuerden en estos pagos, con puestos públicos claro, pero eso será motivo de un análisis pormenorizado en otra ocasión, porque hay nombres que se repiten y han pasado por todos los colores…
El que hoy nos ocupa, Santiago Nardelli consiguió primero una “coordinación ejecutiva” en PAMI nacional y poco después un puesto como director del Banco Nación y Susbielles la gerencia regional de la obra social de los jubilados. Juntos, y al frente de una colectora kirchnerista, en 2007, “Chubi” y “Santi” emprendieron otra aventura electoral que salió muy mal para el ex basquetbolista y fabuloso para Santiago, quien llegó así al senado provincial en un período caracterizado por turbulencias nacionales, como el recordado conflicto con el campo por la llamada “Resolución 125” ideada por Martín Lousteau, otro ferviente admirador de Groucho Marx en aquello “de que si no le gustan mis convicciones, tengo otras, con tal eso sí de que me paguen”.

Lo curioso es que sobran los archivos que muestran al Nardelli de esos días como un furibundo crítico de las huestes oligarcas, sojeras, agrícologanaderas, terratenientes y explotadoras de peones, corriendo por izquierda al por entonces intendente bahiense, el inefable Cristian Breitenstein, poco dispuesto a entrar en colisión con un patriciado bahiense al que siempre, acomplejado, se desvivió por pertenecer.
Hasta 2011, Nardelli ocupó una banca en el senado, tiempos en que su socia Ocaña cayó en desgracia para los “K” y tuvo que salir a buscar “trabajo” por decirlo de alguna manera y en una historia nunca del todo explicada, recaló bajo el ala de Nidia Moirano, que ese año llegaba a la Cámara Alta bonaerense como integrante de la escudería de uno de los más grandes engaños políticos argentinos: Francisco De Nárvaez.

¿Qué unió a Nidia con Santiago? La verdad es que nunca se explicó muy bien. Lo cierto es que ella lo rescató o tal vez le “compró” el plan que terminó desembocando en 2015 con la obtención de la intendencia, porque para las legislativas de 2013, Moirano y Nardelli, junto a De Nárvaez “convencieron” a Héctor Gay para dejar el periodismo y encabezar la lista de candidatos a diputados provinciales, en la cual, “off course” colose Santiago para volver a cobrar por un nuevo período hasta 2017
Sobrevino entonces la debacle del “espacio” liderado por De Nárvaez y el trío tuvo que buscar un nuevo sello al que adscribir. Tras una pugna con la Integración Ciudadana de Raúl Woscoff, se quedaron ellos con la “franquicia de Mauricio Macri” (otro interesante concepto que nos aportó nuestro lector) en la Sexta Sección electoral.

Montado en la ola de María Eugenia Vidal, en 2017, a Nardelli le costó poco y nada reelegir por cuatro años más como legislador y ahí está ahora, con la tremenda disyuntiva existencial de saber que en 2021 no podrá repetir en el mismo cargo y dar el salto a una diputación nacional es incierto, como todo en la Argentina.
Tal vez por eso no sea extraño que haya quienes aseguren que ya está buscando la manera de sacar a relucir que en sus años de PAMI y Banco Nación, Ocaña mediante, tenía cierta llegada a un tal Alberto Fernández, otro que si de archivos se tratara, hay algunas explicaciones que tendría que dar, aunque nunca al nivel del “recordman” Nardelli, capaz de coquetear con Marx o con Adam Smith según haga falta, por supuesto, cantando entre medio la marcha peronista, como casi todos alguna vez en este país.

Si a esta altura, quien se tomó el trabajo de leer semejante avalancha de saltos con garrocha que dejarían al legendario Serguei Bubka hecho un poroto, se siente un poco mareado, tiene todo el derecho y de ninguna manera ese malestar puede ser tomado como síntoma de Covid-19.
Lo preocupante es que semejantes y tan vergonzosos derroteros nunca sean tenidos en cuenta por las mayorías a la hora de decidir sus votos.
Cierto es que sólo se puede mantener semejante y tan costosa incoherencia poniendo mucha plata (de todos, nunca propia… la propia se pone en financieras non sanctas) en medios y tejiendo sometimientos con empresarios poderosos.
Tal vez por eso no le haya quedado otra que mandar a sus muy bien remunerados servicios de cadetería periodística a hacer los deberes para guardar mínimamente las formas ante semejante metida de cuernos como la del tal Bordoni, si se quiere, todo un buen alumno de tipos como Nardelli.

Lo que no estaría de más que tengan en cuenta es que no a todos no les importan estas cosas y más aún, esto que hoy es un escudo de protección, si algún día la caja cambia de dueños, podría transformarse en una trituradora de carne de esas que, por ejemplo, llevó a Alemania, sin boleto de regreso y con justificado temor a volver a caminar alguna vez por Bahía Blanca sin recibir una soberana y justificada puteada, a un zapallo que en algún momento se creyó carroza.

Nota: Equipo periodístico de investigación de Ático

Fotos: Archivo Propio, Letra P, El Orden.com, La Nueva, Tiempo Argentino, Infomiba.

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