TAUMATURGO

Cuando Alberto Fernández, ante auditorios nacionales y extranjeros, descalifica con tanta contundencia todo lo que ha hecho el gobierno de Macri sin reconocerle mérito alguno, además de ser una táctica sectaria que agranda la grieta que supuestamente quiere cerrar, da a entender que las cosas estarán mal sólo hasta diciembre, porque luego él sabe cómo encontrar la solución a todo.

Sin embargo, esa disponibilidad para criticar todo contrasta con su cerrado mutismo respecto a las líneas maestras de las políticas con las que piensa revertir la angustiante situación actual y cumplir con sus copiosas promesas. Sólo sabemos de algunos de los objetivos que intentará conseguir, pero nada respecto a los medios para lograrlo. ¿Lo hará para evitar un eventual estallido de la unidad dentro de la alianza que lo llevó al gobierno? ¿Improvisará? ¿Esperará directivas?

Luego de haber ganado las elecciones, como si hubiera recibido el don de la sabiduría, comenzó a dar interpretaciones “autorizadas” sobre casi cualquier tema, exponiéndose innecesariamente a futuras críticas. Deberá enfrentar una situación muy difícil, tal como le tocó a su predecesor, y es más realista no presumir de taumaturgo y sabelotodo. Con los discursos no se solucionan los problemas reales.

La historia le recomendaría mayor cautela al criticar, porque quien lo hace en forma tan extrema, implícitamente está sugiriendo que los errores que condena nunca se incorporarán a su mochila, cosa que no sucedió nunca. Dos ejemplos: dar a cada trabajador un trabajo digno, y terminar para siempre con la inflación, fueron promesas que todos los presidentes hicieron desde hace más de setenta años, aún estamos esperando que alguien lo logre.

Bahía Blanca, 11 de noviembre de 2019
Nota: Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com

Foto: Web TN

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