LOS INTERROGANTES QUE PLANTEA EL CASO DE “CONNIE” RIVAS GODIO

EDITORIAL 144.-

coleccionable-70001Es de desear que el hartazgo que muchos bahienses fruto de la suprema debacle municipal de los últimos años no los lleve a ver posibilidades de cambio allí donde ciertamente no las hay.
La noticia del nombramiento de la inefable Constanza Rivas Godio como “presidenta” del Consorcio de Gestión del Puerto de Olivos debería alcanzar para abrir algunos ojos y hacer sonar una señal de alarma.
Ya la presencia en segundo lugar de una lista de candidatos a concejales de alguien que no hace mucho ha perpetrado uno de los más olvidables pasos por una banca de los que se tenga cuenta en la historia política bahiense a algunos nos hizo algún ruido.
¿Para qué dar la posibilidad de repetir un cargo a alguien que en una ocasión ha dejado muy en claro no tener ningún interés en ejercerlo?
Más aún, no sólo aporto poco y nada propio en su famélica gestión sino que fue directamente funcional a todo aquello que ahora cabría la posibilidad de modificar a partir de la instauración de una nueva gestión municipal.
¿O decenas de miles de bahienses, no votaron en las primarias de agosto pasado, cuatro años después aún influenciados y aleccionados por la dolorosa decepción y defraudación por la descomunal estafa que cometió Cristian Breitenstein al no asumir la intendencia para la que fue votado en 2011?
Muchos de ellos, a la hora de hacerlo, tal vez no hayan tenido en cuenta que Rivas Godio no solo fue clave para que el estafador pudiera cometer su estafa, sino que a lo largo de sus intermitentes presencias en el recinto siempre fue una aliada irrestricta de Breitenstein y Larraburu, en los tiempos en que conformaban “un mismo equipo”, incluyendo su voto favorable para el “Periurbano”, una descomunal y aún inconclusa movida inmobiliaria dispuesta para crear de la nada un negocio de millones de dólares.
Lo concreto es que esta curiosa y extemporánea designación, contra todo lo que se diga y se intente explicar, sería todas luces inviable de no contarse con un visto bueno del Ministerio de la Producción del que depende el manejo de los puertos bonaerenses, despierta justificadas suspicacias.
¿Hace falta recordar quién es el titular de dicha cartera bonaerense?
¿O mencionar que “Connie” también ha demostrado una proverbial vocación por conseguir cargos y contratos públicos bien remunerados?
Cuando pidió licencia de su banca lo hizo para asumir un puesto “ejecutivo” en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, conducido por su “amigo” Mauricio Macri.
El año pasado se conoció la noticia de que había sido “beneficiada” por el mismo municipio porteño con un suculento contrato de alrededor de 50 mil pesos mensuales para “asesorar y aportar ideas en materia de estacionamiento”.
No faltan quienes, con una cuota de razonabilidad, infieren que “Connie” podría ir por este par de meses a ocupar este puesto sólo para poner en marcha el nuevo andamiaje y asegurar desde el vamos y para manos amigas de quienes la designaron, aquellos contratos indispensables nada menos que para arrancar con un puerto, cosa que a quien venga después le resulte imposible volver atrás.
Estas cuestiones, siempre convenientemente disimuladas por los tentáculos mediáticos del establishment local, si bien no son algo menor, tal vez sean menos preocupantes que la floja actitud con la que arranca un proyecto político que se autodefine como “la nueva política” como tarjeta de presentación.
¿Nueva política de qué? ¿O no es más de lo mismo volver a otorgar el segundo puesto de una lista de concejales a alguien que ya demostró no tener el menor interés en ser edil?
¿O no es más de lo mismo eso que argumentan por lo bajo respecto a que “Connie es conocida de Mauricio, pero muy amiga de Jorge Macri, el intendente de Vicente López, donde se ubica el Puerto de Olivos” a la hora de explicar cómo y porqué siempre parece caer parada?
¿O no es más de lo mismo cuidarse de siempre tener en lugares tan preponderantes a aliados incondicionales de aquello a lo que se pretende modificar?
Se sabe, Héctor Gay, ha sido en su rol de periodista, tan eficaz como implacable vocero y gerente de comunicación de los mismos intereses que relativizan tanto este tipo de derrapes como resaltan otros, de acuerdo a los que les convenga.
Pero, más allá de un gran poder económico edificado más en el ejercicio de la profesión de abogada que en su actividad política, la senadora Nidia Moirano no tiene nada que ver con ellos.
Y más allá de su bajo perfil, es ella la principal conductora de un espacio que se ha ganado un reconocimiento como algo ajeno a todo cuanto ha ocurrido en la ciudad de 2006 a esta parte, incluyendo un sonado enfrentamiento con Dámaso Larraburu, que dicho sea de paso, tras una sonora pirotecnia inicial, aún permanece en veremos.
Dicen los que está cerca que esta “jodita” de que la número dos de su lista de candidatos a concejales haya amanecido como funcionaria “sciolista” no le cayó para nada bien…
Tal vez, más allá de la molestia, el inconveniente les presente una oportunidad inmejorable para dejar en claro realmente de qué lado están.
Si toman una posición firme para poner las cosas en su lugar, tal vez despejen las justificadas sospechas que se ciernen de parte de quienes, por caso, con sólo recordar un poco, reviven aquellos empalagosos y pautados diálogos radiales entre Héctor Gay y Cristian Breitenstein, con exaltación y microprogramas pagos por el COPROTUR incluidos.
Si apuestan a que la cosa pase y se diluya o se mimetice en el fárrago de una campaña que algunos contendientes ya avizoran como “sucia” (tal vez como justificando que ellos mismos vayan a ser quien más vayan a embarrarla) acaso no hagan más que abrir aún más ojos aún sobre la falacia de la expresión “nueva política” de la que se cuelgan tanto como de la ilusión que en una ciudad abiertamente antikirchnerista despierta la figura de Mauricio Macri.
Y se sabe, más allá del primer puesto en las PASO, no ha sido decisiva ni mucho menos la diferencia obtenida sobre el mismo competidor que ya en 2013, perdió las primarias y dio vuelta el resultado en las generales.
En especial si se tiene en cuenta que Feliú debió afrontar una interna áspera y pedregosa y Gay prácticamente transitó por un camino de pétalos derramados por su conveniente sparring radical.
Ahora será muy otra la historia y si se ofrecen flancos tan permeables no sería de extrañar que tanto él hasta aquí habitualmente tibio candidato del Frente para la Victoria como el propio Raúl Woscoff (quien más allá de su capacidad y su trabajo, debe salir sí o sí a disputar fuertemente con Gay el electorado decididamente “no kirchnerista” si es que quiere tener alguna chance de alcanzar un resultado tan digno y decoroso como ha sido hasta aquí su carrera política) aprovechen esta hilacha suelta para tirar de ella, y muy probablemente, lograr que se caiga alguna careta.
¿Llegarán a tiempo antes de que los bahienses se tengan que exponer a una nueva frustración?
Y si se deciden a hacerlo: ¿encontraran en el electorado la predisposición para comprender que deben tener cuidado de no estar consolidando buena parte de aquello que, tanto por ineficacia como falta de transparencia, se ha ganado el justificado aborrecimiento de la ciudanía?
Quedarse sólo con que quienes voten tendrán la respuesta no es suficiente. Se requiere en forma indispensable que quienes se ofrecen como alternativa real a todo lo espantoso que ha pasado en nuestra ciudad en los últimos diez años en materia política tengan el coraje necesario para abrirles los ojos a cuantos haga falta.

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