RODOLFO LOPES: JAIME STIUSO Y FRANCISCO «Paco» LARCHER tuvieron que ver en la «destitución» del Rodolfo Lópes

Por Néstor Alejandro Martínez Falcón

10358743_759974530749935_5868601720266428892_nA ver: En el turno electoral de 2003, el candidato del Partido Justicialista, un médico reconocido popular y querido, Dr. Rodolfo Lopes, ganó las elecciones con el 43.15% de los sufragios. Jaime Linares quedó segundo con un 31.65% de votos. Otra etapa y otra historia se iniciaban en la ciudad. UN CANDIDATO Y VARIOS ENFRENTAMIENTOS Una muestra muy elocuente de la crisis de representación que recorría a todos los partidos políticos en estos años es que en las listas de candidatos a concejales y diputados provinciales aparecían nombres nuevos, no ligados a pertenencias políticas pero sí reconocidos socialmente por sus desempeños en la vida de la ciudad. Tanto en la UCR como en el PJ, se incluyeron para las elecciones internas del 14 de setiembre del año 2003 candidatos de las más variadas extracciones. Fruto de las divisiones internas que sobrevinieron con el intento de apartarse del “menemismo”, el PJ bahiense se presentó a la contienda interna dividido. La denominación de la lista menemista fue impugnada y debió actuar la justicia electoral. En las elecciones internas justicialistas triunfó claramente el candidato de consenso. En efecto, después de largas negociaciones, sectores antes enfrentados acordaron que el mejor candidato era sin dudas el Dr. Rodolfo Lópes, médico con clara visión social y que se encontraba al frente de la Delegación de la Zona Sanitaria provincial. Quien ejercía la jefatura del justicialismo local, Dámaso Larraburu, había resistido la figura de Lópes en ocasión de las elecciones de 1999 y avaló entonces a un joven abogado, el Dr. Marcelo Feliú, quien sólo obtuvo el 23% de los votos. En 2003, las condiciones habían cambiado. No sólo Larraburu entendía que el momento era propicio en todo sentido para ganarle la intendencia al radicalismo, sino que -tuvo que aceptar- que Lopes contaba con conocimiento y carisma para atraer nuevos votantes. Aunque en su círculo se decía que lo avaló porque perdería la elección ante Jaime Linares. En política está visto que las alianzas son débiles en tanto los eslabones que las componen no siempre consiguen engarzar fuertemente entre sí. Y la «bolsa» justicialista en especial. Esto quiere decir que las diferencias en cuanto a los programas de gobierno y su ejecución, más las disidencias entre las variadas personalidades que las conforman, tienden a debilitar los acuerdos. El Dr Lopes, una vez elegido intendente debió enfrentar algunas maniobras internas en su partido, con Larraburu en contra y los negocios de la política que encarnaba, y él mismo enfrentó, con su personalidad fogosa, rápidamente, a diversos sectores políticos y religiosos todo lo cual produjo una situación de convulsión en una ciudad, que gustaba definirse como “tranquila” y no acostumbrada a tales conmociones. Así se arguyeron críticas impulsadas desde dentro y consensuadas en cierto secreto con el radicalismo y la participación de una agencia de publicidad, algunos medios encabezados por «La Nueva Provincia» y periodistas afines. Los contadores de Lópes -hombre honesto absolutamente- debieron «balancear» faltantes de dinero, lo que produjo una de las primeras señales de la conflictiva situación política de la ciudad. Así en el Concejo Deliberante (casi todo en contra de Lópes) se advirtió en los primeros meses del año 2005 en relación a la rendición de cuentas del año 2004. Ya en junio, los concejales, tanto del bloque radical como los ediles del PJ, anunciaban que no estarían dispuestos a avalar los datos del ejercicio del primer año de mandato del nuevo intendente por lo que llamaron “severas inconsistencias”. Desde la UCR se le cuestionaba un “desapego de la institucionalidad” y la reiteración de situaciones reñidas con las normas básicas de administración. En el Concejo Deliberante se discutía la contratación de maquinarias para mantenimiento y conservación de calles, los montos pagados por trabajos de bacheo, la adquisición de productos para los planes sociales y otros gastos que no habían obtenido autorización de ese cuerpo. Lópes activamente resolvió problemas de pavimento, de acción social y dio demasiado protagonismo a la Secretaria de Desarrollo Humano, Mónica Grinberg, lo cual sería luego factor destituyente para él. En el bloque Justicialista se vivía un estado de inquietud. Una parte importante de sus miembros se mostraban dispuestos a no aprobar la rendición de cuentas. Sólo dos aliados, pertenecientes al Polo Social, acompañaban al intendente Lopes y aseguraban que votarían positivamente la rendición del año 2004. Marcelo Feliú, quien había sido titular de la bancada del PJ, desplegó enormes esfuerzos para conseguir la aprobación por parte de los ediles justicialistas. Estos últimos habían solicitado al secretario de Hacienda la remisión de una cantidad de expedientes a fin de analizar con detenimiento el origen y destino de los gastos. Algunos de ellos manifestaron que después de analizar los números sus dudas “tomaron mayor cuerpo aún”. Entretanto, el día 13 de junio el Intendente Lopes, quien se encontraba en Capital Federal, declaró que durante el fin de semana personas ajenas al bloque peronista, entre quienes se contaba al ex diputado Dámaso Larraburu, se habían reunido con los concejales renuentes a aprobar la rendición, a fin de acordar el rechazo. Es importante recordar que el plazo legal para la presentación y análisis de la rendición de cuentas vencía el día 15 de junio. Ya en la calle Alsina cerca de la municipalidad se organizaba su destitución, casi en secreto. Es así, que ese día en el Concejo Deliberante se vivían horas decisivas. Desde la UCR se consideraba improbable la aceptación de la rendición contable. La decisión era hacer intervenir al Tribunal de Cuentas y en última instancia, si se habían cometido delitos, dar cuenta a la justicia penal. Finalmente, la sesión se realizó como estaba previsto y 18 de los 24 ediles rechazaron la rendición de cuentas, haciendo mención de todas y cada una de las cuestiones económicas y financieras que mostraban severas falencias. Entre esos 24 ediles se encontraban los propios integrantes de la bancada del PJ. Sólo votaron a favor de la rendición contable cuatro peronistas, uno de ellos Feliú, y los dos concejales por el Polo Social. ¿Tuvo Lopes el poder alguna vez? Al estudiar cómo se dieron estos hechos y el significado político profundo que refleja el no haber conseguido la aprobación de la rendición de cuentas, se constata que la alianza tejida con los otros actores de su partido era frágil y que los intentos del intendente por construir su propio capital político para enfrentar a sus adversarios internos, no alcanzaron ante semejante maniobra político empresaria. No terminaron allí los conflictos. Al revés, recién comenzaban. Tan solo unos pocos días después, del tema de la rendición de cuentas, el 23 de junio, cientos de trabajadores municipales se manifestaron a las puertas de la Municipalidad, después de congregarse en la sede sindical y haber marchado hacia el Concejo Deliberante donde finalmente los concejales apoyaron los reclamos salariales. Fue una marcha sin precedentes en la ciudad. A las bombas de estruendo le siguieron cánticos agraviantes. El Dr. Lópes no salió a las puertas del palacio municipal a recibir el petitorio, lo que generó mayor disgusto en los trabajadores. El intendente llamó a conferencia de prensa, en la que dejó trascender la duda que le generaba la magnitud del hecho ocurrido, ya que en 20 años no se había producido ninguna marcha de protesta. Llamaba la atención -ciertamente- esta conexión de conflictos. Con el fin de solucionar la situación creada con los trabajadores se conformó una comisión a fin de analizar los aumentos. Sin embargo, le crearon como problema adicional, durante el corto período que llevaba Lópes al frente de la Comuna, las denuncias de un centenar de nombramientos que ocupaban categorías de la planta permanente, citando que muchos de ellos, no tenían calificaciones para el puesto y en otros casos siendo nombrados por ser familiares de los ocupantes de los puestos políticos del Municipio. En realidad Lópes estaba creando una masa crítica afin, de gente capaz y en general decente. Acá aparecen los hoy notorios Stiuso y Larcher, porque una muestra más de la debilidad del poder del Intendente lo prueba el hecho de que, desde el mes de octubre de 2005, se le habían intervenido los teléfonos y grabado sus conversaciones. Un tal Aníbal de Quilmes los convocó. De esas grabaciones surgió -según se explicó entonces- la Comisión de delitos en torno a la recaudación de fondos para la campaña electoral del año 2003. Esas escuchas fueron profusamente difundidas exprofesamente como parte de la campaña gestada muy cerca de Alsina 65. Luego publicadas por diversos medios. La suerte de Lópes estaba sentenciada. Y afectaron de manera decisiva su posición. La combinación de las escuchas y las cuestiones administrativas que se le imputaban crearon un marco de sospechas cruzadas y de honda incertidumbre en la ciudadanía. Fruto de este complejo panorama resulta el allanamiento a las oficinas del ejecutivo municipal y de la Secretaría de Desarrollo Humano el último día de febrero de 2006. Al día siguiente, los allanamientos continuaron en empresas ubicadas en el Polo Petroquímico, en una editorial, una imprenta, una sociedad de fomento y en la vivienda de un empleado del Municipio. Se pretendía rastrear así las conexiones en torno a la recaudación de fondos para la campaña electoral. Estos allanamientos fueron dispuestos por el fiscal de delitos complejos, Dr. Gustavo Zorzano. Unos pocos días posteriores a los allanamientos, el Dr. Lopes manifestaba su extrañeza por la cantidad de datos que disponía la prensa mientras se mantenía el secreto del sumario. En una recorrida por un barrio, en el que se estaba completando el entoscado, los periodistas lo consultaron acerca de los rumores sobre un “armado” político de la causa. Al respecto, consideró que se es “dueño de los silencios” y que si la población creía o intuía que Larrabauru estaba detrás de estos acontecimientos, “sabrá por qué”. Entre tanto, la Comisión Investigadora creada en el marco del Concejo Deliberante con el objeto de analizar la causa relativa a las irregularidades administrativas completó el análisis de las actuaciones y solicitó el día 21 de junio de 2006 que se suspendiera al Dr. Lopes como Intendente de la Municipalidad de Bahía Blanca. El dictamen de dicha Comisión consta de más de 100 carillas y fue votado afirmativamente por siete ediles: cuatro de la UCR y tres pertenecientes al FPV (Frente para la Victoria) contra tres concejales, igualmente miembros del FPV pero leales al Intendente. El presidente del Concejo Deliberante, el Dr. Juan Pedro Tunessi, de la UCR, declaró que esa Comisión Investigadora “calificó como graves las imputaciones que formuló contra el Intendente en su predictamen y rebatió los argumentos esgrimidos por Lopes en su descargo”. Los principales organizadores de la destitución ya tenían su presa. Lópes no quiso firmar con los malos licitaciones y negocios, y el medio predominantes y sus «empleados» no iban a perder la torta. El día 24 de agosto de 2006 el Dr. Rodolfo Lopes fue destituido. De este modo, se convirtió en el primer Intendente de la ciudad en ser removido de su cargo por “faltas graves”. Dieciocho concejales contra seis (del FPV) se pronunciaron a favor de la remoción. Al ser notificado, el Dr. Lopes denunció “un armado mafioso, armado por los poderes “político, legislativo, judicial y periodístico”. Asumió entonces la Intendencia el primer concejal de la lista que había resultado ganadora en las elecciones, el Dr. Christian Breitenstein, quien ya venía reemplazando a Lópes desde la suspensión dispuesta en junio de ese año. Hoy absuelto Lópes vive de su profesión casi humildemente; los «destituyentes» andan todos sueltos. Algunos partícipes hasta son candidatos potenciales a la intendencia. La Corrupción destituye y mata.

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