Responsabilidades políticas en el caso Daiana El silencio (municipal) no es salud

EDITORIAL 129.-

10525806_10204026525574037_7660658730848097340_n“Hay etapas que están cumplidas” dijo a comienzos de semana el intendente no electo que tiene Bahía Blanca cuando decidió (o le ordenaron) contrarrestar con la puesta en funciones de un delegado, el anuncio de los padres de Daiana Herlein de que se harían presentes en el edificio de la municipalidad para hacer un anuncio. No fue la única decisión que ese lunes tomó (o tomaron por él): el edificio de Alsina 65 amaneció cerrado y con una fuerte custodia policial para evitar que la presentación de Lorena Zerneri, Alejandro Herlein y el grupo de familiares, amigos y allegados que los acompañan en su cruzada contra la corrupción que mató a su hija, se hiciera dentro del municipio, ese que nos debe representar a todos. Cuando habló de etapas cumplidas, el abogado medanenseno se refería al listado de expertos municipales en arbolado urbano que declaró en el Concejo Deliberante y que coincidieron en que la tragedia del 5 de marzo que se llevó la vida de Daiana podría haberse evitado. Tampoco aludía a que el funcionario que más tiempo lleva en el gabinete (incluso mucho más que él), por el secretario Rubén Valerio, ya había cumplido su ciclo, luego que quedara bien en claro la tardía reacción de la dirección de Parques y Paseos Públicos, que depende de él, ante las advertencias sobre la peligrosidad de los árboles en el parque de Mayo. Mucho menos hablaba el sub arrendador de Alsina 65 de etapas cumplidas en el caso de su secretario privado Martín Laplace, quien luego de que el ex director de Parques Oscar Abraham revelara que le pidió que intercediera ante un operador político del gobierno para frenar el avance judicial por la muerte de Daiana, se llamó a silencio. ¿El que calla otorga? Tampoco el propio jefe comunal salió a desmentir los gravísimos dichos de Abraham sobre uno de sus colaboradores más cercanos ¿Su silencio también está otorgando en este caso?
No. Cuando el concejal electo devenido en intendente se refirió a etapas cumplidas, hablaba de su relación con los padres de Daiana. Indirectamente dijo que no iba a recibirlos más ya que su causa “se había politizado” y que él había sido “bastante prudente” a la hora de hablar del caso. Sobre su prudencia, ya no quedan dudas, pero a la hora de reaccionar frente las evidencias del cajoneo que sus colaboradores habían hecho de los informes que alertaban sobre el riesgo de una tragedia en el parque de Mayo. Más que prudencia, huele a encubrimiento, más allá de las dos únicas renuncias que parece estar dispuesto a aceptar (o le dieron margen para que aceptara); las de un ex funcionario, como Marcelo Caramelli, al que la ingeniera Pitsch dejó muy mal parado en su exposición ante el Concejo y que ya no tenía ninguna relación con el área de parques y la del ex responsable de la Agencia Urbana, arquitecto Marcelo Lenzi, que más allá del poder que había acumulado en los últimos dos años, lejos estaba de tener responsabilidad directa sobre el área de arbolado urbano, tarea ineludible de Valerio, Lascano y compañía. Todos, vivitos y coleando y aferrados a sus cargos.
20140328101324_bevilacqua_2En ese contexto, no es casual que el mensaje de cerrazón del intendente no electo se haya complementado con el bloqueo al paso en Alsina 65. Toda una alegoría de estos dos últimos años de manejo de la cosa pública, como si fuera una propiedad privada y no un bien que le pertenece a todos los bahienses. Una actitud patoteril, como la que suelen ejecutar sectores gremiales allegados al gobierno, cada vez que hay que definir alguna cuestión sensible para el municipio. Ya sea un aumento de tarifas para los micros, (UTA), un reajuste en la bajada de bandera y la ficha para los taxis (Cámara), reforma al Código de Planeamiento Urbano (UOCRA) o la convocatoria de empleados municipales a declarar al Concejo (sindicato de trabajadores municipales). La mecánica se repite, solo cambian los protagonistas.
La decencia parece ser una cualidad que muchos de estos funcionarios han dejado arrumbada en algún rincón y la han reemplazado por la caradurez. Un nuevo ejemplo de esto lo dio en estos días el padrino… político del jefe comunal, Dámaso Larraburu, al salir a afirmar, con todo desparpajo e impunidad que le da la ausencia de repreguntas, que la gestión de su delfín es “magnífica” y que se trata de un “hombre con agallas”. Dos años atrás, un grupo de pescadores del puerto peruano de Etén, cerca de Chiclayo, se sorprendieron al capturar un pez sin branquias. El ejemplar no tenía aletas dorsales ni vertebrales, característica de todos los peces y que les permiten respirar en el agua. Quienes lo pescaron declararon a la prensa del lugar que nunca habían visto un pez tan raro en los 40 años de pesca que llevan en esa costa. Estamos tentados de decir lo mismo.

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