“¡Cómo los extraño!”

Editorial 112 – Equipo Atico –

C-BreitensteinLa frase, entre risas, fue soltada por Cristian Breitenstein frente a los micrófonos en el instante previo a que comenzara a responder preguntas, tras el acto del pasado 21 de agosto en el parque industrial. Confesión calculada en torno al buen trato que supo cosechar en gran parte de la prensa bahiense o jueguito para la tribuna, el comentario llegó en un momento justo cuando, tras el cuarto puesto en las PASO locales, en el kirchnerismo oficialista bahiense arrecian más las especulaciones sobre lo que ocurrirá a partir del 10 de diciembre que el resultado que puedan arrojar las elecciones que valen, las del 27 de octubre. Con vistas a la primera de las fechas, hay dos cosas claras: el vencimiento de la licencia del intendente reelecto en octubre de 2011 y su irrevocable derecho a, o bien retornar a Alsina 65 ó solicitar una nueva licencia. En el primero de los casos, si opta por asumir el cargo y completar el mandato para el que lo votó la primera de las minorías, no tendrá que pedirle permiso a nadie. La ley lo habilita a volver, más allá de los cuestionamientos políticos que se le hagan. En el segundo caso, su decisión debería someterse a la opinión vinculante del Concejo Deliberante, donde la relación de fuerzas, sin contar aún con los números finales de las legislativas, es difícil de estimar hoy. Si pasa ese filtro, habría intendente interino hasta 2015, lo que no es lo mismo que decir que siga el que está ahora…

En las imaginarias casillas de apuestas, la chance del no retorno a la intendencia es la que menos paga, es decir, la más probable. Que la intención de Breitensteinera “picar más alto” quedó plasmada cuando no le importó defraudar a quienes lo votaron (y también a los que no) para tomar las riendas del ministerio de la Producción en La Plata, dejando en el sillón de Bordeu a un jefe comunal interino al que pocos, muy pocos, conocían. “Una vez que se fue, no vuelve más” sostienen aquellos que recuerdan que alguna vez, en un programa de cable nocturno, confesó que la actividad como intendente no le gustaba. Otros prefieren evocar el día de la asunción de su primera gestión respaldada por los votos, en 2007, cuando su ingreso al recinto del ex Banco Provincia, donde se realizó el acto de asunción, se produjo en el mismo momento en que en los parlantes sonaba “Todavía no encontré lo que estoy buscando” de los irlandeses y fervientes católicos U2.

Más allá de las probabilidades, en las semanas posteriores a las PASO se encadenaron algunos hechos que potencian la opción del retorno dentro del cubilete. El propio Breitenstein no la descartó en aquella rueda de prensa citada al comienzo. Ese mismo día 21 de agosto, el sitio La Política On Line publicó que la Rosada le pedirá a Scioli que haga reasumir a Breitenstein en la intendencia, después del “pésimo” resultado en las elecciones y el coqueteo del pupilo Gustavo Bevilacqua con el Frente Renovador, luego que su mentor Dámaso Larraburu, encabezara el éxodo al massismo. Los cada vez más reiterados arranques del intendente interino del tipo “a mí no me miren, porque estoy hasta diciembre, eh?” parecen abonar ese camino.

Algunos alfiles del breitensteinismo, incluso quienes llegaron a ocupar lugares de privilegio en aquella abortada lista de precandidatos dentro del massismo, viraron muy pronto de las furibundas críticas poselectorales al alineamiento cerrado, bajo el razonamiento de que es mejor no hacer olas hoy, porque quizá en diciembre, haya que subirse nuevamente al barco. Quien se subió, no a un barco sino a una banca por primera vez en estos días fue Norberto García, otro incondicional del ministro de la Producción y electo en 2009, cargo que desechó para continuar como delegado en el clave sector de Las Villas. Su argumento de “jubilado aburrido” para justificar su repentino interés por la concejalía, a poco más de tres meses del vencimiento del mandato, no causó más que gracia.

Queda como tercera alternativa, la menos probable, la de la renuncia de Breitenstein al cargo de intendente antes del 10 de diciembre, lo que habilitaría a una convocatoria a elecciones para completar su mandato. En el medio, está el 27 de octubre. ¿No podría aprovecharse la maquinaria electoral ya aceitada para consultar ese día a la ciudadanía qué es lo que quiere y no dejar sometida la decisión a los arbitrios de una sola persona? El tiempo que queda hasta esas dos próximas fechas clave se encargará de confirmar si los movimientos de las últimas semanas son simples casualidades ó preparadas causalidades. Por el momento, la escuadra Orange Bull ha puesto a un midget en carrera, pero tal vez precise reconstruir un autódromo si necesita hacer correr de nuevo a su Fórmula Uno.

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