La Revolución no será twitteada

FUERTE-TEMPORAL-CENTROS-EVACUADOS-PLATA_IECIMA20130403_0060_13Lo que relaciona al hombre con su mundo externo es la responsabilidad con la que asume la libertad. Libertad que recordamos trágicamente frente al miedo a la muerte, que nos paraliza en el caos pero nos acciona en la compasión por el otro.
Quizás ese sea el saldo positivo de las grandes catástrofes, entender que la diferencia es y empieza por uno, que el cambio es real, desde lo pequeño y simple en la solidaridad del sentimiento hasta lo macro-estructural en la solidaridad del pensamiento. Desde el dolor entenderemos que las brechas sociales que se acrecientan no se salvan delegando burocráticamente, en un otro de buen vivir y presencia inmaculada, la asistencia social que como ciudadanos deberíamos asumir en una real democracia.
Mañana la tragedia será noticia y  volverán los analistas y La Verdad, la política y sus ediciones de la historia, la apatía e indiferencia en los muros y el clic gustante desde la inercia de la pantalla. Ya alimentarán esperanza bailando por un sueño.
Pero hoy todavía los medios escuchan voces periféricas, y su eco que no se ahoga, salva la miseria en vastas respuestas básicas de humanización. En los periódicos hay menos goles y farándula y más información sobre los centros de ayuda. La gente haya menos dedos que apuntan culpables y más manos que se entrelazan, menos propiedad privada, más puertas que se abren, ahí donde descansa el cuerpo y se reconforta el espíritu en un mate amigo.
Si, lo sé: también hay saqueos, responsables políticos, avivadas criollas, marketing y estadísticas. Alimentando a quien tiene el gusto de sentarse y explicar-se la cosa, dando un sentido, una lógica, que no es otra más que la misma pendulación de izquierda a derecha, cargada de un discurso vacío: el sistema, el Otro, ese “nosotros y ellos”, entre lo mío y lo de él.
Estas palabras también para ellos, pero especialmente para quienes están en la calle dando una mano, para decirles: quédense ahí! Nunca se vayan!
images (1)Vuelvan, si, al cotidiano, a sus trabajos y familias, pero vuelvan con el barrio y con el vecino dentro, para salir siempre a la calle igual que hoy, todos los días. Creo que no hay cambio posible más real que éste, tan simple y a la vez tan complejo. Depende de cada uno de nosotros recuperar lo que hemos perdido, la unidad en un todo mucho más grande que los “ismos” en los cuales nos han moldeado y justificado, ese estado de naturaleza artificial, espurio. Despojarnos de nuestra individualidad y abrazarnos al bien común es el camino de esta utopía que parece respirar y secarse en las calles. Resulta innecesario adornar con citas de autoridad esta idea que no es mía y que se sustenta por sí sola, necesitando sólo de su reproducción. No hay mayor revolución que adquirir un estilo de vida comprometido con el otro, no sólo con el que “más lo necesita”, ya que el sufrimiento humano trasvasa las condiciones materiales.
Cada uno desde su lugar, con sus medios, saliendo al encuentro.

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