Bevilacqua: Ser un tibio no es ninguna virtud…

Editorial Periódico Atico 87 – 

Ante la mezcla de estupor e indignación provocados por lo que el tiempo demostró fue una vulgar huida, la figura de Gustavo Bevilacqua se recibió con una buena cuota de tolerancia por parte de la comunidad bahiense.

Prácticamente desconocido, de aparentes buenos modales y cierta predisposición al diálogo, en claro contraste con su antecesor, no podrá decirse que se lo descalificó a priori ni que se lo prejuzgó, por más que había elementos que no le jugaban a favor.

Su condición de “no nativo” de la ciudad de la que se convirtió en intendente se trató con generosidad, lo mismo que su confusa (y nunca aclarada) situación como titular de un registro automotor en la lejana San Carlos de Bariloche, por mencionar dos puntos claramente en contra que ni la oposición política ni el escaso periodismo no condicionado por la pauta municipal agitaron con tal de no obstruir en lo que sin dudas constituía una emergencia institucional.

Esto, sin contar su absoluta y evidente dependencia de Dámaso Larraburu, por lejos la figura política más controvertida de la ciudad, anomalía que también parece soportarse a regañadientes, mayormente en virtud de la cada vez más vigente como discutible teoría del “es lo que hay”.

Sin embargo, a seis meses vista, tratándose de lo que se trata—la intendencia de una ciudad de 300 mil habitantes y otras tantas urgencias—el tiempo de gracia para con el recién llegado caducó casi en simultáneo con la caída en la cuenta de varios respecto que su modosidad y tendencia a escuchar sugerencias tal vez no sea más que una pose estudiada para disimular tanto su estrechez dialéctica como sus reales intenciones de que nada cambie demasiado.

A Bevilacqua parecen estar marcándole pasos –ya no cabe dudas de que no da ninguno importante por si sólo—con la deliberada intención de mostrarlo como alguien “que toma decisiones” y “se la juega”.

Pero basta escarbar apenas unos centímetros por debajo de la superficie para descubrir que esto no es real y que lo pretende ser presentado como determinación no son más que manotazos de ahogados o corridas para encender la manguera de apagar incendios…

Incendios provocados por un mismo sistema entre corrupto e ineficiente que tan solo pretende maquillarse de algo distinto para poder seguir siendo, en sustancia, exactamente lo mismo que antes, o incluso peor.

Esta reciente y pomposa presentación de una Agencia de Innovación y Gobierno Abierto, también llamada por sus propios impulsores, como “de transparencia” que recién comenzará a funcionar a finales de agosto o septiembre, tan sólo parece una reacción desesperada para marcar diferencias con el mamarracho del COPROTUR.

Pero, ¿puede hablar un intendente de “transparencia de gestión” y tener sentado en primera fila de su presentación y con evidente gesto socarrón de “a mi no me toca nadie y menos este zapallo con el pelo teñido venido de Médanos” a un secretario de Gobierno como Fabián Lliteras?

¿Alguien escuchó a Bevilacqua, “el decidido”, decir algo sobre la actuación clave que fuera de toda duda le cupo a este funcionario en el despilfarro de más de 14 millones de pesos de fondos públicos?

Dar diez mil vueltas para llegar al mismo lado del que se partió, además de riesgos de mareo, puede provocar pérdidas y desorientaciones.

Perdido y desorientado en más de una cuestión parece estar Bevilacqua. Y lo grave (y preocupante) es que es el intendente…

¿O hace falta que se expida ese canto a la inoperancia y la intrascendencia que es el Tribunal de Cuentas para saber que el asunto es impresentable por donde se lo mire?

(¿Alguna vez alguien se enteró de que a un funcionario le sucediera algo por un reproche del Tribunal de Cuentas? Seguro debe ser porque jamás dio una mal una cuenta en la historia política provincial…)

¿Se necesita que intervengan la AFIP, un fiscal que hasta aquí parece tener más susto que otra cosa por la bomba política que llegó a su despacho, ARBA o un concejo deliberante más con minúsculas y menos honorable que nunca antes en la historia bahiense para dar un veredicto sobre lo que ya es evidente y no resiste el menor análisis?

¿O hubo, por parte del intendente, alguna toma de partido pública y notoria por el escándalo de las contrataciones por cifras cuantiosas decididas por el propio Lliteras en beneficio del comercio gastronómico de su hermano Adrián, noticia luego eclipsada por el fulgor del tema COPROTUR, que lo multiplicó por varios millones en gravedad?

Vamos a decirlo claro: si Bevilacqua tiene como Secretario de Gobierno a Lliteras es porque convalida todo lo por él actuado y cada cosa por la que se le cuestiona. Es decir es su cómplice…

A no ser, claro está, que salga y demuestre con contundencia la absoluta inocencia de su cuestionado funcionario de manera de que no quede la menor duda sobre su actuación…

Porque también cabe la posibilidad de que se lo saque de encima—algunos osados llegaron a decir que no lo hizo ya por los cuestionamientos en el mismo sentido formulados en la edición anterior de ÁTICO… sinceramente, si un intendente, por interino que sea, condiciona una decisión a las posturas de un periódico que batalla por subsistir y que nunca sabe si el presente número será el último de su existencia, estamos en problemas—y como castigo lo envíe al dorado retiro de un concejo deliberante convertido en aguantadero.

Tal cual sucedió con Rafael Morini y Ramiro Villalba, dos que volaron de puestos ejecutivos dónde precisamente no se lucieron sino más bien todo lo contrario, y fueron a sumar sus sospechadas figuras al bloque de concejales oficialistas que, precisamente, tal vez deberá convalidar si investiga lo actuado por algunos de sus integrantes si es que se vuelve a propiciar la creación de una Comisión Investigadora para dictaminar responsabilidades políticas en relación al despilfarro del COPROTUR.

A propósito: ¿alguien escuchó a Bevilacqua, el implacable, referirse con firmeza al papelón de echar a dos secretarios de su gabinete, pero convalidar su asunción como “honorables concejales”?

¿Ese es el intendente que tiene la osadía de presentarse a sí mismo “como alguien que toma decisiones”?

Tirar la piedra y esconder la mano, solían decirle en algunos barrios. Vaya uno a saber si el dicho también aplica en la aridez del partido de Villarino.

¿O no es eso lo que hizo con la supuesta entrega de la información referida al COPROTUR que puso los pelos de punta de indignación, primero a los concejales que la solicitaron y luego a todos los bahienses que se enteraron como les metieron la mano en el bolsillo y, por lo menos, hicieron papel picado con una montaña de dinero?

Aportó la documentación, es cierto. Tan cierto como que nunca más dijo una palabra jugada al respecto…

Y si por sus actos se debe considerar que habló, desafectó a Villalba de su gabinete pero mantuvo a Lliteras, es decir una media tinta con todas las letras…

Y luego sus concejales impidieron la formación de una comisión investigadora, pero avalaron la existencia de otro que no tenga capacidad de dictaminar sino tan solo de elaborar un informe al respecto…

La eterna duda sobre si Dios existe o no, no quita que la Biblia tenga frases memorables.

Y a esa que dice “O frío o caliente, porque a los tibios los vomitaré de mi boca”, quizás, a la usanza de lo que algunos padres hacen como regalo de cumpleaños para sus hijos, haya que pintarla en el asfalto en la segunda mitad de la primera cuadra de calle Alsina, en este caso como permanente recordatorio para aquel que tiene en sus manos nada menos que los destinos del municipio.

Un puesto que por requerir en forma constante decir sí o no, precisamente, nunca se puede permitir que ni siquiera un sólo “mas o menos” condicione el resto del camino…

Y la verdad es que con estos titubeos, Bevilacqua viene naufragando en el pantano de lo que no es ni tierra firme ni mar abierto, es decir, una ciénaga lodosa y pestilente de la que, si no logra salir cuánto antes, terminará por impregnarle de un tufo hediondo hasta el aliento, así sea ese que se desprende de su boca tan solo para saludar…

Porque lo que se viene no es ni poco ni sencillo y, como tal, no admite hibrideces…

Contar sólo con la proverbial mansedumbre de los bahienses—más o menos como el gobernador Scioli, contó con los aportes del gobierno nacional para tapar los agujeros financieros de su administración—no parece ser un aliado ni previsible ni aconsejable…

La paciencia se termina, sea en forma de pueblada (poco probable de acuerdo a los usos y costumbres bahienses, pero no imposible si se insiste en sumar en lugar de resolver inconvenientes) o de aluvión de votos en contra (no va a ser la primera vez que sucede y si no que le pregunten a Jaime Linares en el 2003), para lo cual parecieran estar haciendo todos los méritos…

El tema del transporte no está solucionado ni mucho menos, y cada día, complica la vida a personas de todas las edades.

El cuento de que apareció un alma caritativa y filantrópica que no sabía que hacer con su fortuna y decidió invertir una montaña de dinero en una empresa de ómnibus para una ciudad cuya maltrecha red vial se fagocitó a media docena de empresas locales en pocos años, es bastante difícil de digerir, toda vez que parece llegar de la mano del mismo que trajo a Plaza como si fuera la octava maravilla del mundo y termino sobreactuando “vía twitter” su partida.

Al mismo tiempo, el tránsito se torna cada día más complicado y el sistema de estacionamiento medido, lejos de ser una solución para hacerlo más fluido, pareciera ser una mera caja de recaudación, encima para bolsillos privados.

El deterioro del asfalto de cada vez más calles, se profundiza a la par de cientos de baches que sacan de las casillas a quienes no los advierten a tiempo y todo el tiempo, renuevan en sus labios una pregunta de una lógica avasalladora: “¿14 millones de pesos se patinaron en el Sapo Pepe y el Mundial de Voley y no pueden arreglar este pozo de mierda (y el de la otra cuadra, la otra y a la vuelta)?”

Y encima de todo el principal responsable de semejante despropósito se mandó a mudar haciéndonos el verso de que iba a venir una vez por semana a dar una mano y que con su llegada a los círculos cercanos al poder, “se derramarían los beneficios sobre la ciudad”…

Y quien quedó en su remplazo, no sólo parece “desorientado y sin saber que trole hay que tomar para seguir”, sino que encima insiste en aplicar las misma receta de apostar por el mismo marketing (pero con otro color) para que a quienes que escuchan la(s) radio(s) oficial(es) o leen el diario, les pueda parecer (o quedar “la sensación”) que se gobierna con “decisión y transparencia”.

Pero que no se engañen: quien le lleva los expedientes a escritorio para la firma, sigue siendo Fabián Lliteras…

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